Nunca importó tan poco armar escándalo en el cine. Bastones luminosos, ovaciones, aplausos y abucheos se permitían anoche en la Sala 10 de Cinesa Festival Park, en el centro comercial Mallorca Fashion Outlet, donde se retransmitió en la gran pantalla la final del 68 Festival de Eurovisión. Cargados con cubos de palomitas, litros de refresco y alguna que otra bandera española, los presentes vibraron con las 26 canciones de los países finalistas y animaron al dúo español Nebulossa, entonando Zorra a viva voz. «Ganará España, vamos a ser optimistas», afirmaba Laura Batle antes de entrar a la sala. Fueron 170 personas las que disfrutaron de Eurovisión en Cinesa, unas setenta más que el año pasado con Blanca Paloma, pero lejos de los 250 eurofans que casi llenaron la sala con Chanel.

Antes de comenzar la gran final, en la sala se retransmitía la emisión en directo de RTVE. Y lo primero que vio el público fueron las manifestaciones a las puertas de Malmö Arena. La participación de Israel ha convertido este festival en uno de las más agitados de las últimas décadas. En el cine el conflicto no ha pasado desapercibido y justo al principio, cuando presentaban a la cantante israelí Eden Golan y su tema Hurricane, muchos han empezado a silbar y se ha escuchado algún: «¡Fuera!». «Creo que es un tema heavy, y para reflexionar, porque no se ha seguido el mismo criterio que con Rusia. Ahora bien, los artistas que representan a Israel son personas, y no merecen ni la mitad de insultos que han recibido», opinaba el eurofan Sergi Bauzà, que lleva tres años yendo al cine para disfrutar del festival. «Vendré siempre que pueda, porque con el ambiente y la gente es mucho mejor que verlo en casa», concluía.

Más allá de la polémica, el ambiente estuvo muy animado en la sala. Familias, parejas y grupos de amigos de todas las edades formaban un público heterogéneo. «Seguir Eurovisión es una tradición, tengo 23 y lo veo desde los siete años. Zorra me gusta, pero entiendo que no le pase a todo el mundo. Y el resultado nos da un poco igual. Aquí hay un poco de tongo y de política. Venimos a disfrutar de la música», expresaba Laura Jiménez, acompañada por tres amigos. Ahora bien, Eurovisión no tiene edad. «Venimos por él, que conste. Es súper fan; lo vemos todo, desde el Benidorm Fest hasta la final», comentaba Teresa Bennàsar en referencia a su hijo Marc Camuñas, de doce años. «Es el segundo año que lo vemos en el cine, porque el sonido es muy bueno. Creo que ganará Suiza, Nemo con The Code, y la española me gusta regular», predecía este joven eurofan.

Los presentes estallaron de emoción cuando comenzó a sonar la propuesta sueca Unforgettable, de los gemelos Marcus y Martinus, que siguieron dando palmas, como ocurrió con la canción ucraniana Teresa & Maria, de Alyona Alyona y Jerry Jail. Les siguió Always on The Run, del alemán Isaak. Y la propuesta de Luxemburgo, país que llevaba 31 años sin participar en el festival y volvió a hacerlo con Fighter, interpretada por la joven Tali, fue muy apladudia por el público. Se escucharon algunas quejas cuando se recordó que el candidato de Países Bajos, Joost Klein y su Europapa, habían sido expulsados horas antes de la final por un supuesto enfrentamiento con un fotógrafo del festival, según reveló la Unión Europeo de Radiodifusión.