La fecha no es casual. El ataque masivo de este sábado de las milicias de Hamas contra Israel se produce justo 50 años después de la Guerra del Yom Kipur, que empezó el 6 de octubre de 1973 y acabó el 25 de ese mismo mes. Una coalición de países árabes, liderada por Egipto y siria, y armados por la Unión Soviética, cruzó las posiciones israelíes de los Altos del Golán y la Península del Sinaí, que habían sido ocupadas por los judíos en la guerra relámpago de los Seis Días, en 1967. El asalto masivo de las tropas de Hafez Al Asad -padre del actual líder sirio- y del egipcio Anwar el Sadat, que sucedía al mítico Nasser, pilló por sorpresa a los israelíes y tuvo un enorme impacto psicológico en su Ejército e incluso en la población civil, que pensaban que militarmente estaban a un nivel muy superior de sus tradicionales enemigos. Los primeros días los árabes desbordaron a sus rivales, pero poco a poco -y con la inestimable ayuda de EE.UU- Golda Meir y sus generales consiguieron parar los pies a los atacantes y llegaron a cercar a divisiones enteras. Sin embargo, tres semanas después se alcanzó un alto el fuego que abrió las puertas a la devolución del Sinaí a los egipcios. De aquel conflicto que ahora cumple medio siglo los judíos aprendieron que sus servicios de Inteligencia no eran infalibles y que sus vecinos árabes todavía podían cogerles a contrapié. Y, sobre todo, que nunca desfallecerían en el intento. Ahora, en octubre 2023, la superpotencia de Benjamín Netanyahu ha revivido aquella pesadilla que empezó en el Yom Kipur de 1973.