El fiscal Diego Luciani ha anunciado que, con excepción del empresario Lázaro Báez -contra el que se reclaman doce años de prisión-, «se va a solicitar la imposibilidad de ocupar cargos públicos» de todos los imputados, incluida Fernández, que siempre ha alegado que las múltiples causas judiciales abiertas contra ella forman parte de una persecución política. «Su condición de presidenta de la nación en el momento de los hechos hace que haya defraudado al Estado y a sus votantes», ha dicho el fiscal. «Interpuso su interés personal sobre el interés público», ha lamentado Luciani, según el diario La Nación.
La vicepresidenta no está presente en esta parte del proceso, ya que ha quedado exenta por su actual cargo, pero desde Twitter ha anunciado por sorpresa que ha solicitado volver a declarar este mismo miércoles, dado que los fiscales «montaron en su acusación cuestiones que nunca habían sido planteadas». Posteriormente, la vicepresidente argentina ha vuelto a utilizar su perfil en esta red social para señalar que se encuentra «ante un pelotón de fusilamiento mediático judicial» y no en un tribunal constitucional ya que le han impedido ejercer su derecho a la defensa frente «a cuestiones que nunca figuraron en el acto de acusación» al que asistió en mayor de 2019.
En ese sentido, ha anunciado que este miércoles a partir de las 11.00, hora local, utilizará sus redes sociales para «demostrar» que le están prohibiendo hablar en el juicio tras «el obsceno guión que montaron los fiscales». Tras la petición de la pena por parte de la Fiscalía, el presidente, Alberto Fernández, ha dicho en un comunicado que «hoy es un día muy ingrato» para alguien como él, con experiencia en Derecho, y ha transmitido su «afecto y solidaridad» a Fernández.
El Gobierno en su conjunto se ha sumado a la tesis de la vicepresidenta sobre la existencia de una «persecución judicial y mediática» contra ella, alegando que «ninguno de los actos ha sido probado» y hay un intento de poner la Justicia «al servicio de los poderes fácticos». Está previsto que los alegatos finales de las defensas arranquen el 5 de septiembre y que la sentencia se conozca ya en diciembre. Sin embargo, un hipotético fallo condenatorio previsiblemente daría pie a una cadena de recursos y la sentencia podría no ser firme hasta dentro de varios años, lo que dejaría en suspenso tanto la inhabilitación como una posible entrada en prisión.
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