A falta de decisiones formales, el presidente del Consejo europeo, Charles Michel, quiere centrar la discusión en cuestiones ya debatidas pero que no han logrado aún consensos claros, como el reconocimiento mutuo de pruebas diagnósticas, tanto PCR como test de antígenos.
También estarán sobre la mesa las últimas recomendaciones de la Comisión Europea que incluyen agilizar los planes de vacunación y ayudar a los laboratorios a mejorar su capacidad de producción, con la vista puesta en lograr inmunizar a un 80 por ciento del personal sanitario y de los ancianos de aquí a marzo y a un 70 por ciento de toda la población adulta de la UE a más tardar en verano.
Otra de las necesidades apuntadas por el Ejecutivo comunitario es la de mejorar la secuenciación del genoma del virus para identificar nuevas cepas, como la británica o la sudafricana, algo que apenas se hace en el 1 por ciento de los positivos detectados y que la Comisión Europea pide aumentar a entre el 5 y el 10 por ciento.
Pierde fuerza, sin embargo, la reflexión sobre la conveniencia de un certificado común de vacunación que pudiera facilitar los viajes de quienes estén inmunizados, tal y como pide Grecia, y ven con buenos ojos otros países como España con un fuerte sector turístico.
Según fuentes europeas, genera dudas entre las capitales el uso que podría tener más allá de su valor médico, por miedo a que abra la puerta a situaciones de discriminación.
Michel tampoco ve urgente abordar esta cuestión cuando apenas han arrancado las campañas de vacunación en los Estados miembro y, además, las vacunas que se están inoculando no impiden que el paciente sea vector de contagio del virus.
La Unión Europea cuenta ya con dos vacunas en el mercado pero cuenta con una cartera mayor pendiente de análisis y aprobación. La de BioNTech y Pfizer fue la primera en ser aprobada, el pasado diciembre, aunque ha preocupado al bloque al anunciar un retraso de semanas en el reparto de las dosis comprometidas para el primer trimestre. También se distribuye ya la de Moderna, aprobada a primeros de año, y se espera que la Agencia Europea del Medicamento dé también luz verde a la desarrollada por AstraZeneca y la universidad de Oxford antes de que acabe el mes.
La de este jueves será la novena reunión telemática que mantienen los líderes a invitación de Michel para coordinar al más alto nivel la respuesta a la pandemia, aunque las medidas entre los Estados miembro y el impacto del virus sigue siendo muy desigual entre ellos.
Por eso, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, volvió a pedir el miércoles desde el Parlamento europeo a los gobiernos que no cierren las fronteras interiores como hicieron en su mayoría en los primeros meses de pandemia, porque cree que es una medida que «no tiene sentido», dañaría el funcionamiento del Mercado Interior y es menos efectiva que otras restricciones más específicas, como la exigencia de PCR negativas y cuarentena a los viajeros.
Sin embargo, el aumento de los contagios tras el periodo navideño preocupa en varios Estados miembros que han reforzado las restricciones con el nuevo año y barajan endurecer los controles en sus fronteras ante el temor de que nuevas variantes más contagiosas se propaguen en su territorio.
La canciller alemana, Angela Merkel, apuntó este escenario el martes al avisar de que si no se logra coordinar medidas eficaces entre los países socios entonces Alemania, con más de mil fallecidos diarios en los últimos días, podría considerar «restricciones de entrada» a su territorio. También países como Bélgica o Países Bajos exploran medidas para «complicar» los viajes no esenciales.
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