Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea han adoptado formalmente este domingo el acuerdo negociado a nivel técnico entre Londres y Bruselas para fijar las condiciones del divorcio con Reino Unido, un pacto que España ha amenazado con vetar hasta el último momento para lograr mayor claridad jurídica sobre el estatus de Gibraltar.
«La Unión Europea a 27 ha adoptado el Tratado de Retirada y la declaración política sobre las relaciones futuras de la Unión Europea y Reino Unido», ha anunciado el presidente del Consejo, Donald Tusk, tras la primera sesión de trabajo de la cumbre extraordinaria que se celebra en Bruselas.
Tras este apoyo de los líderes a las condiciones de la separación y a las orientaciones para negociar el futuro, la primera ministra británica, Theresa May, se ha unido al resto de líderes para una segunda sesión de reunión.
Este es solo el primer paso para formalizar el acuerdo, ya que es necesario que lo ratifiquen el Parlamento británico y el Parlamento europeo para que tenga validez. Está previsto que sea primero la Cámara británica quien se pronuncie, a principios de diciembre, y la Eurocámara lo hará en el pleno de febrero o marzo.
«Los amigos, amigos serán hasta el final», escribió Tusk en su cuenta de Twitter la víspera de la cumbre, recordando a Freddie Mercury para ilustrar la voluntad del bloque de cara al futuro, tras 17 meses de negociación que ponen fin a una compleja relación que ha durado 45 años.
En su carta de invitación a los jefes de Estado y de Gobierno, Tusk ya dijo que los negociadores han hecho un «buen trabajo» y que todos buscaron alcanzar un acuerdo «bueno y justo», porque «nadie quería derrotar a nadie».
«Creo que finalmente hemos encontrado el mejor compromiso posible», indicó, para pedir el respaldo de los mandatarios al acuerdo, un texto de 585 páginas, legalmente vinculante, que afianza los derechos de los ciudadanos tras la desconexión, determina la factura que deberá asumir Londres tras la salida (unos 50.000 millones de euros) y prevé una solución de emergencia para evitar una frontera dura en el Úlster si no se logra a tiempo un acuerdo sobre las relaciones futuras.
Los líderes han adoptado también una declaración política que, sin el valor jurídico del primer documento, marca el camino que las partes quieren seguir en las negociaciones del marco futuro de las relaciones, cuando Reino Unido sea ya un país tercero.
El objetivo es sellar una relación que las dos partes quieren «amplia, profunda y flexible», a través de cooperación en materia comercial, económica, justicia, política exterior, seguridad, defensa y otras áreas, y en la que se comprometen a trabajar unidos para salvaguardar el Estado de derecho, el orden internacional, la democracia y los altos estándares de un comercio libre y justo.
El visto bueno de los líderes y su voluntad de crear una relación sólida en el futuro, incluida una zona de libre comercio, ha quedado reflejado también en un texto de conclusiones que no menciona la cuestión de Gibraltar y que pide a la Comisión y al Consejo hacer todo lo necesario para asegurar que el divorcio se lleva a cabo de forma ordenada.
Además, las notas de las actas del Consejo europeo recogerán la exigencia de España de dejar por escrito que ningún acuerdo que la Unión Europea negocie en el futuro con Reino Unido tendrá efecto en el territorio de Gibraltar hasta que España dé su autorización.
Una carta del embajador británico ante la UE, en nombre del Gobierno británico, que promete interpretar los acuerdos en el mismo sentido que lo hace el bloque ha sido la otra contrapartida obtenida por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para retirar su amenaza de veto.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha dicho que la solución hallada para convencer a España garantiza que «ninguna negociación puede darse sobre Gibraltar sin el acuerdo de España» y ha añadido que no le sorprendió que el Gobierno español reclamara estas aclaraciones y se diera con una solución.
También ha explicado que fue «más fácil» convencer a Madrid que a Londres para aceptar la propuesta sobre la mesa para dar claridad jurídica al estatus de Gibraltar, porque se trataba de «garantizar» a España «que nada puede ocurrir en contra de su voluntad».
«Un divorcio es un divorcio, un divorcio nunca puede suceder sin pérdidas», ha concluido el jefe del Ejecutivo comunitario, para quien hoy es «un día triste, una tragedia» por lo que supone la ruptura de la UE y Reino Unido.
Otros líderes como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, o el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, han apuntado también a su llegada que consideran que España ha logrado las garantías necesarias y celebrado su apoyo al acuerdo.
Reino Unido dejará de ser parte de la UE el 30 de marzo de 2019, pero durante una fase de transición de año y medio, hasta finales de 2020, seguirá siendo parte del Mercado Común y estará sujeto a las mismas leyes y bajo la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la UE (TUE) --pero sin representación, voz, ni voto en las instituciones--. Este periodo, pensado para dar tiempo a instituciones, empresas y ciudadanos a adaptarse a los cambios, podrá prorrogarse, una única vez ,"hasta uno o dos años», con lo que en la práctica la separación definitiva no llegará hasta diciembre de 2022.
«Ahora es momento de que todos asuman su responsabilidad. Todos», ha avisado el jefe negociador europeo, el francés Michel Barnier, a su llegada a la cumbre, en un mensaje dirigido al Parlamento británico para que no tumbe lo negociado a nivel técnico y político.
Barnier ha recalcado en su mensaje que la UE «nunca» ha negociado «en contra de Reino Unido» y que ahora se deben dar los pasos necesarios para construir una relación ambiciosa y de confianza para el futuro. «Seguiremos siendo aliados, socios y amigos», ha concluido.
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