Las elecciones, convocadas de manera anticipada en abril por el presidente del país y favorito a revalidar su mandato, Recep Tayyip Erdogan, supondrán el pistoletazo de salida a un sistema presidencialista aprobado por escaso margen en un referéndum celebrado en 2017.
Este sistema otorgará al presidente amplios poderes y eliminará la figura del primer ministro, lo que los críticos han considerado como un intento de Erdogan de acumular aún más poder en sus manos en caso de hacerse con la victoria en los comicios.
De hecho, la mera decisión de adelantar la fecha de la votación --un plan propuesto por el Partido de Acción Nacionalista (MHP), aliado de Erdogan y que respalda su candidatura-- ha sido considerado como un intento del mandatario para capitalizar el éxito de la ofensiva contra la milicia kurda Unidades de Protección Popular (YPG) en el norte de Siria y el contexto de debilidad de la oposición tras la campaña de represión iniciada tras el intento de golpe de Estado de julio de 2016.
Por otra parte, el empeoramiento de la situación económica en el país y la perspectiva de que esta tendencia continúe en los próximos años podría ser uno de los factores que han llevado al presidente a adelantar más de uno año los comicios para evitar un peor panorama electoral en 2019.
En este sentido, Erdogan argumentó en su anuncio del adelanto electoral que la celebración de comicios era necesaria porque «la operación transfronteriza de Turquía en Siria y la situación tanto en Siria como en Irak obligan a Turquía a superar las incertidumbres lo antes posible».
Asimismo, incidió en la necesidad de instaurar el sistema presidencialista debido a que «aunque el presidente y el Gobierno están trabajando al unísono, se enfrentan a males del antiguo sistema a cada paso».
Entre las competencias que tendrá el presidente a raíz del referéndum figuran la designación y destitución de altos cargos sin necesidad del visto bueno parlamentario, además de la potestad de emitir decretos con fuerza de ley sobre distintas cuestiones sociales, económicas e incluso políticas.
Además, el presidente podrá ser miembro e incluso líder de un partido político. En caso de que el vencedor sea Erdogan, podrá además aspirar a permanecer en el cargo hasta 2028, ya que establece un límite de dos mandatos de cinco años a contar desde el inicio de la aplicación de las enmiendas.
LOS CANDIDATOS
Los candidatos a la Presidencia, al margen de Erdogan, son Muharrem Ince, del Partido Republicano del Pueblo (CHP); Meral Aksener, fundadora del partido IYI; Selahattin Demirtas, dirigente del prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) y actualmente en prisión; Temel Karamollaglu, líder del partido islamista Saadet; y Dogu Perincek, presidente del Partido Patriota.
Ince, profesor de física, es el candidato elegido por el principal partido opositor del país --liderado por Kemal Kiliçdaroglu-- para intentar desbancar a Erdogan, y parte en principio como la punta de lanza de la oposición en un intento por evitar una victoria del mandatario en primera vuelta que les permita unir fuerzas de cara a la segunda ronda.
El candidato del CHP ha logrado atraer a parte de los votantes kurdos y, de hecho, ha pedido la liberación de Demirtas --encarcelado a la espera de juicio por cargos de terrorismo-- para que pueda realizar campaña a la Presidencia, algo que las autoridades no han permitido.
Demirtas, quien fuera copresidente del HDP, lleva más de un año en prisión en el marco de una campaña de detenciones e imputaciones contra miembros de la formación prokurda por lo que la Fiscalía denuncia que son lazos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado un grupo terrorista por Ankara.
La campaña fue lanzada a raíz de la decisión del Parlamento --en el que el HDP es la tercera fuerza-- de retirar la inmunidad a sus miembros. En total, 50 de los 59 parlamentarios de la formación tienen expedientes abiertos, y la situación de encarcelamiento ha supuesto un gran peso para las expectativas de Demirtas de hacerse con la victoria.
Otra de las candidaturas destacadas es la de Aksener. Quien fuera ministra del Interior y vicepresidenta del Parlamento, encabeza el partido IYI (Bueno) con un discurso nacionalista que ha logrado arraigar en parte de los jóvenes y la clase trabajadora. Entre sus promesas de campaña están enviar de vuelta a Siria a cuatro millones de refugiados y entregar 500 liras (unos 90 euros) a cada joven desempleado y un incremento de 1.500 liras (cerca de 270 euros) a cada jubilado en las fiestas religiosas.
Como candidatos con menos posibilidades figuran Perincek y Karamollaglu, quien, pese a compartir una base ideológica islamista con Erdogan, ha criticado su deriva autoritaria y ha expresado su deseo de que aquellos seguidores del AKP desencantados con el mandatario viren hacia su formación.
Los partidos de oposición han alcanzado ya un acuerdo para respaldar a aquel que logre forzar una segunda vuelta, que se celebraría el 8 de julio si ninguno de los candidatos obtiene más del 50 por ciento de los votos en la primera ronda.
En el caso de las parlamentarias, compiten dos bloques: el AKP y el MHP han formado una alianza, mientras que el resto de partidos --a excepción del HDP, que va por libre-- han creado un segundo bloque.
El objetivo de la oposición es lograr el máximo de escaños posible y evitar así el elevado mínimo del 10 por ciento de votos a nivel nacional que debe obtener un partido para lograr representación parlamentaria.
Esta amplia coalición opositora podría hacerse con el control de la mayoría del Parlamento y ya ha prometido que daría marcha atrás a las enmiendas aprobadas en referéndum que, sin embargo, dan a Erdogan --si se impone en las presidenciales-- la autoridad parar disolver el órgano legislativo, que puede a su vez convocar nuevos comicios.
DUDAS SOBRE EL PROCESO
Numerosas organizaciones no gubernamentales internacionales han criticado la celebración de elecciones en estas condiciones, con el estado de emergencia en vigor desde el intento de golpe de Estado y una campaña de arrestos contra todos aquellos supuestamente vinculados al clérigo islamista Gulen --al que Ankara acusa de estar detrás de la asonada--, así como contra críticos con Erdogan, al margen de las operaciones contra la insurgencia kurda en el sureste del país.
Erdogan ha prometido ya que retirará el estado de emergencia en caso de hacerse con la victoria electoral, después de una purga que ha llevado a decenas de miles de personas a la cárcel y ha provocado el cese de miles de funcionarios por su supuesta relación con la intentona, que se saldó con 240 muertos.
Asimismo, el HDP ha denunciado la decisión de la comisión electoral de reubicar varios colegios electorales en zonas de mayoría kurda por «motivos de seguridad», una medida que afectará a un total de 114.000 votantes.
El partido prokurdo dijo tras el anuncio que las urnas están siendo trasladadas desde localidades en las que cuenta con gran respaldo a otras en las que AKP tiene más apoyos, al tiempo que apuntó que el objetivo es que el HDP no obtenga el diez por ciento de los votos necesarios para lograr entrar en el Parlamento.
Cerca de 50,5 millones de personas están llamadas a las urnas en estas elecciones clave --entre ellas más de tres millones residentes en el extranjero que votaron entre el 7 y el 19 de junio--, con la participación como uno de los aspectos más importantes en la contienda.
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