Mnangagwa, cuya destitución como vicepresidente desencadenó la crisis que culminó con la dimisión Mugabe el martes, ha regresado a la capital zimbabuense ya como presidente en ciernes y ha pronunciado su primer gran discurso. Así, ha explicado que escapó de Zimbabue porque temía ser "eliminado".
"Exactamente hace 16 días recibí una carta cesándome como vicepresidente y en dos horas fui informado de planes para eliminarme", ha afirmado Mnangagwa, que también ha aludido a un intento de "envenenamiento" que se remonta a agosto y que motivó su traslado a Sudáfrica.
Ahora, sin embargo, "el pueblo ha hablado". "La voz del pueblo es la voz de Dios", ha señalado Mnangagwa en su alocución, pronunciada junto a la sede del partido oficialista (ZANU-PF), el mismo que durante casi cuatro décadas ha sostenido a Mugabe en el poder.
El presidente dimitió una semana después de que las Fuerzas Armadas se hiciesen 'de facto' con el poder, en un movimiento que Mnangagwa ha justificado como ejemplo de la "voluntad del pueblo". En este sentido, ha incluido al Ejército entre las instituciones a las que ha dado las gracias por su apoyo en estos últimos días, según la cadena británica BBC.
El futuro jefe de Estado zimbabuense ha afirmado que la intervención militar se debe a que el Gobierno estaba recibiendo órdenes de personas ajenas a la Administración, en una alusión velada a la primera dama, Grace Mugabe, que sonaba como potencial sucesora de su marido de cara a las elecciones de 2018.
Uno de los momentos más aplaudidos del discurso ha coincidido con las promesas de Mnangagwa. "Queremos paz, queremos trabajos, trabajos y trabajos en nuestro país", ha proclamado ante los gritos de la multitud.
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