«Un año después, nunca nos ha atravesado un sentimiento de odio. Un año después, nunca hemos vivido tanto amor», escriben en la misiva que publica el diario belga «Le Soir».
Los Visart, que perdieron a su hija en la estación de metro de Maelbeek, el segundo de los atentados en los que hace un año murieron 32 personas y más de 300 resultaron heridas, desmontan la pretendida heroicidad del terrorista y de quienes toman a esos individuos como inspiración.
«Usted no es un héroe, solo un asesino (...). Todos vosotros habéis perdido, como (...) todos los otros que ayer apretaron y los que mañana apretarán el botón del horror», le dicen al fallecido Khalid El Bakraoui, que activó su chaleco explosivo en el suburbano del barrio europeo de la capital belga.
El matrimonio le pregunta al integrista, hermano de uno de los terroristas que una hora antes atentó contra el aeropuerto de Bruselas, si miró a su hija a los ojos antes de matarla y cómo pasó las horas antes del atentado.
«¿Durmió usted bien la noche precedente? ¿En qué pensó? En su programa suicida? ¿Su motivación era el sacrificio, el sentimiento de injusticia?, el deseo de llegar a un merecido paraíso? ¿Tenía usted miedo? ¿Pensó en renunciar? ¿Rezó a ese dios al que osa usted reivindicar? ¿Afloró el dolor que iba a provocar, aunque solo fuera un segundo?, escriben.
Los padres de Lauriane, de 28 años, aseguran que 365 días después de las matanzas de Bruselas celebran la vida y aprenden a reconstruir sus vidas desde la solidaridad.
«Si aún lloramos es compartiéndolo con mujeres y hombres de todos los orígenes», dice el matrimonio, que reconoce que «la emoción y las dudas» les alcanzan después de cada nuevo atentado.
«Pero la vida gana siempre. La vida desde el respeto hacia los demás y a sus diferencias, la vida desde el enriquecimiento que nos aporta ese otro, simple y esencialmente, la vida», concluyen.
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