Matteo Renzi, cabizbajo, durante la rueda de prensa. | ALESSANDRO DI MEO

El primer ministro italiano, Matteo Renzi, anunció su dimisión, que presentará este lunes al presidente de la República, Sergio Mattarella, tras la derrota sufrida en el referéndum sobre la reforma constitucional celebrado el domingo.

«Esta reforma era la que habíamos llevado al voto, no hemos sido convincentes, lo siento, pero nos marchamos sin remordimientos», dijo Renzi pasada la medianoche, poco más de una hora después del cierre de los colegios electorales.

La derrota de Renzi lleva a la inestabilidad institucional a uno de los países fundadores de la Unión Europea (UE) en un momento en el que los movimientos populistas avanzan en varios países y cuando el proyecto europeo aún tiembla por las consecuencias del «brexit» (salida de la Unión) británico.

Austria

El fracaso del primer ministro italiano llegó pocas horas después de que en Austria la victoria del ecologista Alexander Van der Bellen en las elecciones presidenciales pareció alejar la posibilidad de un progreso de las tendencias renacionalizadoras en el seno de la UE.

El joven jefe del Gobierno italiano no esperó a conocer los resultados definitivos del recuento y anunció que comparecía ante la prensa poco después de que los primeros sondeos a pie de urna indicaran que el «no» vencía por un margen de casi diez puntos a la opción del «sí» del primer ministro.

«Quería recortar escaños pero no lo he logrado. La silla que cae es la mía», señaló gráficamente al recordar que su intención era reducir el número de parlamentarios y otros puestos oficiales.

La derrota de Renzi y el anuncio de su dimisión -que dijo que presentará a Mattarella después de una reunión del Consejo de Ministros el lunes- era el riesgo que corría tras vincular la victoria en la consulta con su propia continuidad al frente del Ejecutivo.

La reforma constitucional propiciada por Renzi conllevaba entre otras medidas la retirada de la función legislativa del Senado pero la consulta plantea consecuencias de calado para la UE, cuyos líderes manifestaron en los últimos días su preocupación por una derrota del primer ministro.

Poco tiempo después del anuncio de su dimisión el líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), Beppe Grillo, que aspira al Gobierno en Roma, no tardó en reclamar lo que ya había venido avisando que haría en caso de derrota de Renzi: pedir elecciones generales.

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«Se debe votar lo antes posible. Los partidos harán de todo para alargar y llegar a septiembre de 2017 para recibir 'la pensión de oro' (parlamentaria). No se lo permitiremos», dijo Grillo en su blog, en un artículo titulado «¡Viva!».

El partido de Grillo, opuesto a la reforma y a Renzi en general, pretende que la convocatoria de elecciones se produzca lo antes posible, una oportunidad que el histriónico líder del movimiento populista ha pedido de manera insistente.

En la exigencia de elecciones lo antes posible se le unió el líder de la xenófoba y ultraderechista Liga Norte, Matteo Salvini, quien dijo: «esperamos respetuosamente la sentencia del Supremo, que esperamos que llegue pronto».

Salvini se refería a la situación en la que se encuentra el país en materia de ley electoral aplicable: la actual fue aprobada por Renzi pero solo concierne a la Cámara de los Diputados, ya que el Senado debía modificarse con la reforma sometida hoy a referéndum.

El líder populista dijo que «lo más rápido, realista y concreto para votar inmediatamente» es recurrir a la ley de Renzi para la Cámara de los Diputados.

Para elegir el Senado, Grillo sugirió recurrir al «Consultellum», la ley electoral precedente a la aprobada por Renzi pero dos de cuyos artículos fueron declarados contrarios a la Constitución en 2013.

Y Salvini zanjó: «estamos listos para votar lo antes posible con cualquier ley electoral».

«No pensamos que Italia pueda permitirse meses de debate sobre la nueva ley electoral», insistió Salvini.

En el referéndum celebrado el domingo se registró, según datos oficiales del Ministerio del Interior, una participación del 68,44 %, en la que se pudo advertir claramente una mayor asistencia a las urnas de los ciudadanos del norte del país.

En Milán (norte), la capital económica del país, votó el 74,6 del electorado, mientras que en Roma lo hicieron el 69,53 % y en Nápoles (sur) la participación se quedó en el 56,53 %.