Fuentes europeas cercanas a la investigación del siniestro del vuelo MH17, en el que fallecieron los 298 ocupantes, indicaron que los datos son consistentes con «una masiva descompresión explosiva» y con el impacto de múltiples fragmentos de metralla de un misil.
Las cajas negras fueron entregadas recientemente a las autoridades malasias por los rebeldes prorrusos que controlan la zona donde cayó el avión, y fueron llevadas a un laboratorio del Reino Unido para su estudio.
Un reducido grupo de investigadores malasios, holandeses y australianos se ha desplazado al lugar del accidente, en plena zona de guerra entre las Fuerzas Armadas ucranianas y los separatistas prorrusos, para analizar los restos del avión siniestrado.
Los expertos buscan posibles señales de impactos de metralla en el fuselaje, indicativas de que el avión fue derribado por un misil tierra-aire.
Según la inteligencia estadounidense, el más que probable causante de la tragedia fue una lanzadera de misiles SA-11 o «BUK», un sistema armamentístico soviético.
La teoría que cobra más fuerza es que rebeldes prorrusos de la región de Donetsk accedieron a este tipo de lanzadera soviética, posiblemente provista por Rusia, y derribaron el avión de pasajeros al confundirlo con una aeronave de transporte militar de Ucrania.
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