La espiral de violencia ha puesto en estado de emergencia todo el sur de Israel, donde desde el viernes han caído alrededor de cien cohetes, con un balance de cuatro heridos. Los tres últimos muertos de la jornada de ayer eran milicianos que trataban de disparar cohetes contra Israel desde las localidades de Rafah y Jan Yunes.
El grueso de las víctimas militaban en la Yihad Islámica, que confirmó que diez de los quince muertos y una parte considerable de los heridos en bombardeos son miembros de su brazo armado.
La Yihad es una de las milicias de la franja territorial palestina que se han sumado a la represalia contra Israel por haber matado el viernes al secretario general de los Comités Populares de Resistencia, Zuhair al Qaisi, en un ataque en Gaza capital, origen de esta nueva escalada en la Franja y el sur de Israel.
Al Qaisi fue acusado por los servicios de inteligencia israelíes de estar preparando un atentado de grandes proporciones en la zona fronteriza entre Israel y Gaza, o la del Sinaí, donde el pasado agosto murieron ocho israelíes en una cadena de ataques con armas automáticas y explosivos.
Desde su muerte, las milicias palestinas han atacado con cohetes centros rurales israelíes alrededor de la franja palestina y ciudades más distantes, tal y como había prometido el jefe del brazo armado de los Comités, Abu Ataya, que habló de «hacer temblar la tierra».
Medios locales y el Ejército israelí cuantificaron los proyectiles caídos en más de un centenar entre morteros y cohetes de distinto alcance, que causaron cuatro heridos, entre ellos uno grave.
El presidente palestino, Mahmud Abás, ordenó ayer el envío de un cargamento especial de medicamentos para paliar las necesidades extraordinarias que ha provocado la espiral de violencia.
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