El expresidente del Gobierno en un míting. | Efe - Miguel Ángel Molina

El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha revelado como uno de los mayores activos del PSOE en la presente campaña electoral. Ya fueron sonadas sus intervenciones en los medios de comunicación en los días de la precampaña, como la entrevista en las mañanas de Herrera en la Cope en las que se manifestó con un tono firme, muy alejado de aquel Bambi contra quien algunos cargaban sus tintas hace ahora quince años. Lo cierto es que el exlíder socialista es uno de los personajes públicos más activos de la campaña electoral que culminará en las próximas elecciones generales del 23 de julio.

A Zapatero posiblemente le dolió en el alma la utilización por parte del PP del terrorismo de ETA en unas elecciones autonómicas más de una década después de la derrota democrática de la banda terrorista que arrojó miles de víctimas durante décadas a lo largo y ancho del territorio nacional. Viendo el tono de las declaraciones, y atendiendo a la realidad de los hechos, no es una conclusión muy precipitada. Por si fuera poco, el antiguo ZP ha expresado públicamente cuál es el motivo que sustenta su impetuosa irrupción en la campaña previa a la cita electoral que muchos consideran definitiva.

El momento es crítico, pues del resultado que arrojen las urnas dependerá la orientación y las prioridades del próximo Gobierno de España, tal y como admitió el propio Pedro Sánchez en su minuto de oro del ‘cara a cara’ en Atresmedia del cual su adversario, Alberto Núñez Feijóo, acabó saliendo victorioso, según todos los prismas. La dicotomía se simplifica. O bien políticas verdes y agenda feminista, o negacionismo de la emergencia climática y coto a las políticas de igualdad.

En otra entrevista, en esta ocasión con Julia en la Onda, en Onda Cero, Zapatero ha apuntado expresamente los motivos que sustentan su apoyo sin matices al candidato del PSOE, Pedro Sánchez. Más allá de su apego personal al proyecto político desarrollado por el gobierno de coalición en los últimos años pesan las palabras que las derechas han vertido en los presentes tiempos electorales.

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Las palabras no solo echan por tierra la labor de Sánchez. Ha habido quienes han censurado mesas de diálogo y acercamiento de presos de ETA, pasos que por otro lado emprendieron los Gobiernos de todo color político en su momento hasta el día del final de la barbarie terrorista. Este punto es precisamente el quit de la cuestión. El terrorismo de ETA fue doblegado por parte de la democracia española, por la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y por el compromiso de la sociedad vasca y española, curiosamente coincidiendo con un presidente socialista en La Moncloa.

Fue el 20 de octubre de 2011. Mucho ha cambiado desde entonces y sin embargo algunas cosas varían demasiado poco. A la luz del argumento resulta hasta lógico el cabreo de Zapatero con quienes ponen en tela de juicio los caminos y resortes que desembocaron en el fin de ETA. De este modo el expresidente del Gobierno y exsecretario general del PSOE critica con vehemencia el uso de ETA como «arma arrojadiza» que el Partido Popular lleva a cabo en la presente campaña electoral. «Estoy tan activo en campaña porque volver a recordar con Bildu el terrorismo para arrojar al PSOE lo que fue ETA, el dolor de todo, me parece inaceptable, incluso 12 años después de que los muertos dejaron de estar entre nosotros. No vale todo».