En el mundo del management empresarial, siempre se ha dicho que lo que hace magnéticos a los líderes es la combinación de la fuerza de sus ideas con la pasión con que las mantienen. Leyendo estos días gran parte de lo que se ha escrito sobre la figura de Gabriel Escarrer Julià, uno se puede hacer a la idea del ejemplo de liderazgo inspirador que supuso para tanta y tanta gente su larga trayectoria. Porque cuando detrás de una visión inspiradora se consigue que las personas asuman sus responsabilidades respecto a una serie de valores claros, es cuando aquello se convierte en realidad.
En el caso de Meliá Hotels International, en un éxito sin precedentes. Su ejemplo de liderazgo, me ha hecho recuperar uno de los textos que nos facilitaron en IESE en su momento, cuando hablaban que los directivos, han de dominar el imán y el martillo. Era un artículo donde decía que los máximos responsables, para ser eficaces, necesitan una serie de cualidades que canalicen el esfuerzo hacia un objetivo común con una visión o un rol a imitar que tenga una fuerza tractora, como un imán. Pero al mismo tiempo, necesitan una serie de medidas que hagan realidad el cambio a través de órdenes directas, de una planificación estratégica, de sistemas de control o incluso de incentivos. Esto es el martillo.

El gran objetivo es encontrar el equilibrio pero se necesita paciencia, dedicación y cuidado. Así como el imán genera una fuerza que inmediatamente atrae objetos metálicos, también tiene un efecto más lento, a largo plazo, en otros materiales a su alcance, hasta que al final logra alinearlos. También el efecto del martillo es a largo plazo, porque va moldeando una pieza de metal o una piedra hasta que tiene la forma deseada.

Recuerdo que cuando asistí a la inauguración del Villa le Blanc de Es Migjorn Gran hace un par de años, reconocí a varios miembros de la familia Escarrer, entre ellos a su fundador. Entre corrillos, el general manager del hotel, Óscar Regueiro, nos explicaba que, como de costumbre, Escarrer había estado comprobando personalmente diversas estancias del nuevo establecimiento. «Me pidió visitar aleatoriamente algunas de las habitaciones. Se sentaba en la cama y en silencio, observaba cada uno de los rincones hasta que asentía con la cabeza diciendo, está perfecto» nos dijo el general manager del Villa Le Blanc.