Ello me hace recordar que hasta hace muy poco tiempo comentábamos, ciertamente pasmados y asombrados, el auge astronómico de precios habitacionales a los que se llegaba en la vecina Eivissa, calificándolo automáticamente de despropósito o barbaridad, si bien con un cierto deje de altivez o conmiseración, como si eso fuera algo de otro mundo y que de ningún modo llegaría hasta Mallorca, pensando que no nos podíamos denigrar tanto ni acércanos por asomo a esos niveles estratosféricos. En ese momento, aunque no nos dábamos cuenta, aplicábamos mentalmente la lógica comparativa de las dimensiones de ambas islas, ya saben, en una isla casi siete veces mayor no es posible que lleguemos a esos extremos, ya que la ampliación extensiva debería rebajar el pico de las tarifas inherentes a un territorio mucho más pequeño y concentrado.
Pues bien, esa lógica de bases físicas y que considerábamos inmutable en trasposición a Mallorca, ha saltado por los aires, acercándonos temerariamente a esos números tan desorbitados. Y no hago la aproximación con el centro de Palma o con las primeras líneas costeras, que ya damos por supuesto que hace tiempo que están fuera de lugar, sino que la hago extensiva a prácticamente toda la isla, ya hay pocos lugares en los que los precios no sean asombrosamente altos. En este sentido y en la misma entrevista referida, la agente inmobiliaria asevera que los jóvenes tendrán que irse a los pueblos, ya que residir en Palma será muy complicado por el alto coste que supone.
Vamos a ver, entonces, a qué pueblos van a ir los jóvenes. Difícilmente puedan ir a una localización costera o de la Serra de Tramuntana, a algunas ubicaciones del Pla o del Raiguer mejor ni acercarse, más al sur también se me antoja complicado encontrar un hueco en Santanyí o Ses Salines… en muchos casos inasequibles porque las normas subsidiarias no permitan ningún crecimiento o éste se haya agotado. Haciendo un ejercicio rápido de descarte, nos quedarán núcleos como Sa Pobla, Llucmajor, Campos, Muro, Inca o similares, suficientemente grandes y aparentemente no tan atractivos como para haber agotado sus existencias habitacionales. Bien, demos por supuesto que sea así, la cuestión siguiente será plantearse si los jóvenes de aquí serán más rápidos trasladándose a esos municipios que los extranjeros, que a falta de encantos «estéticos» a primera vista, también sabrán apreciar el encanto de pagar menos, que nunca es un mal encanto, ni tan solo para los que tienen mucho dinero. Se tratará de correr y no quedarse quieto, la vivienda no da tregua, Eivissa ya está aquí.
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