Desde que, hace ya casi 10 años, asumí la dirección técnica de la Fundación Impulsa Balears, no ha habido día en que no haya pensado que los economistas podemos y debemos contribuir a la construcción de unas islas mejores. En primer lugar, por el contenido de la disciplina, tan estrechamente vinculado con el bienestar de la sociedad. Pero, sobre todo, por el rigor metodológico consustancial a la manera en que los economistas abordamos el estudio de la realidad.

Y es que, en nuestro día a día, todos nos enfrentamos emitimos opiniones y tomamos decisiones a partir de teorías y convicciones construidas sobre datos incompletos e información sesgada por cuestiones ideológicas o de otro tipo. Y lo hacemos, tanto, que, como señala Thomas Gilovich, terminamos «convencidos pero equivocados».

Por ello, en la Fundación Impulsa Balears, conscientes de la complejidad, e incluso de la falta de evidencia, de muchos asuntos que están en el centro del debate social, construimos nuestros afirmaciones, argumentos y planteamientos sobre sólidas defensas metodológicas y contrastando, siempre, diferentes explicaciones de un mismo fenómeno antes de hacerlas públicas.

Así, por ejemplo, ante el interés y confusión que suscita, ante la opinión pública, el hecho de que Balears lleve muchos años creciendo, incluso por encima del resto de regiones españolas y europeas, pero, sin embargo, mostrando dificultades mayores que el resto de regiones para traducir su crecimiento en bienestar, no hemos dudado en señalar que Balears tiene un ‘grave’ problema de productividad.

Y es que, actualmente, la productividad balear presenta resultados deficientes en tres dimensiones: un nivel sistemáticamente más bajo que la media europea (en la posición 129 de 234 regiones de la UE-27); un perfil contracíclico, que resta resiliencia a la economía frente a shocks externos; y, una contribución nula o negativa a la progresión real de la renta per cápita. Este comportamiento explica la caída de posiciones de Balears en el ranking regional de renta per cápita de la UE-27 a lo largo de las dos últimas décadas, pasando de la posición 46, el año 2001, a la 95, el año 2019, y la 110, el año 2022.

Ha llegado el momento de reportar un nuevo liderazgo de las islas, esta vez en materia de productividad. Una cuestión que es totalmente alcanzable si somos conscientes, todos, empresas, administraciones, agentes intermedios y centros de investigación, de los resultados reales actuales y, provocamos, juntos, un punto de inflexión en la estrategia competitiva de Balears que insista menos en la acumulación de factores de producción (recursos naturales, trabajo…) y mucho más en su óptimo al aprovechamiento.