En España el debate se agitó con las innecesarias acusaciones de turismofobia –palabra que no existe en otros idiomas– contra quienes decían que se oponían al crecimiento incontrolado del turismo, pero no a la actividad en sí. Una gran parte de los hoteleros y de la prensa no veían la necesidad de tomar cualquier tipo de medida que pudiera considerarse limitativa.
Sin embargo, algo ha empezado a cambiar. En el Foro Hotusa previo a la edición de Fitur de este año varios importantes empresarios de la hotelería como el propio presidente de esa cadena o el de la portuguesa Pestana –que engloba a las Pousadas– hablaron claramente de la saturación de visitantes en algunos destinos y en ciertas épocas, y de la imposibilidad de que turismo de alto nivel y de bajo coste convivan en el mismo espacio.
Este último sería el que se aloja en apartamentos y viviendas turísticas reservadas a través de plataforma digitales. Por consiguiente pidieron a las autoridades, como vienen haciendo habitualmente, una regulación restrictiva que según ellos les permita competir en igualdad de condiciones.
Esto último es una reclamación lógica, pero no se puede equiparar sin más turismo del alto nivel con hoteles y de bajo coste con otros alojamientos. Airbnb y otros tienen también producto de altísimo nivel. Por otra parte, la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia se opone a que la oferta se limite a través de una excesiva regulación, como han intentado diversas comunidades autónomas.
Coincidiendo en la fecha pero no en el evento, el vicepresidente de Meliá, el siempre sensato Gabriel Escarrer, advertía que los crecimientos de los últimos años son insostenibles y que debíamos acostumbrarnos a modestas subidas del uno por ciento, y nos recordaba la velocidad con la que hemos pasado de 60 a más de 80 millones de visitas de extranjeros.
La mayor parte de los nuevos clientes se habrían alojado en oferta no hotelera, ya que esta habría crecido solo un dos por ciento en ese periodo de cinco años.
La OMT comunicaba que en el pasado año el crecimiento mundial había sido del seis por ciento, pero que esperaban que este año y los inmediatamente siguiente volverían al ritmo histórico del 3,4 por ciento.
Skift dice ahora que este año hablaremos de “undertourism” o escasez de turismo y señala que es una oportunidad para traer a los que no se encuentran a gusto en destinos saturados. Interesante, teniendo en cuenta que la ocupación hotelera del pasado año fue del sesenta por ciento y como en Balears, sur de Tenerife y otros superó el 75 significa que aún hay muchos lugares de España por debajo del cincuenta.
Parece que el sentido común se impone este sector y que se ha vacunado contra el “síndrome de San Ildefonso”: más contento me pongo cuantos más millones canto.