El nuevo bulevar peatonal de Vara de Rey, unos días después de su reapertura, el pasado mayo. | Daniel Espinosa

Eivissa se enfrenta a una verdadera revolución en cuanto a la movilidad en el centro de los principales núcleos urbanos dado el caos circulatorio reinante por la invasión de vehículos, sobre todo en temporada alta. La isla cuenta con una población aproximada de 140.000 residentes, una cifra similar a la de su parque móvil. Según los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), actualmente existe un coche por habitante en la mayor de las Pitiüses, tanto en invierno como en verano (cuando se llega a triplicar la población).

Las carreteras no son las únicas afectadas por este aluvión de vehículos, también lo es el centro de las principales localidades. Por este motivo, desde hace varios años los diferentes gobiernos municipales están apostando por peatonalizar las almendras centrales y alejar el tráfico con tal de recuperar espacios para las personas.

EIVISSA. La reciente peatonalización de Vara de Rey y la plaza del Parque, en el casco histórico de Vila, ha sido la reforma más ambiciosa –al margen de la del puerto, realizada por la Autoritat Portuària– de las ejecutadas por un gobierno local en la isla de Eivissa. Hacía años que se barajaba la posibilidad de convertir estas emblemáticas zonas de la ciudad en vías peatonales con el fin de integrarlas en el conjunto histórico de las murallas de Dalt Vila y para limitar el tráfico y la contaminación en sus alrededores.

Finalmente, el ayuntamiento del socialista Rafel Ruiz destinó cinco millones de euros a unos trabajos de rehabilitación que comenzaron en octubre de 2016 y se prolongaron hasta el pasado mes de mayo. El resultado ha generado un amplio debate por los materiales empleados –un pavimento áspero y difícil de limpiar– y la actual falta de aparcamientos, si bien hay dos proyectos de parkings soterrados pendientes de ejecutar próximamente. Para la mayoría, en cambio, se trata de una exitosa reforma que servirá para mejorar la convivencia y las relaciones sociales y comerciales.

SANTA EULÀRIA. También en mayo se inauguró la nueva plaza Isidor Macabich (conocida como plaza del ‘cañón') de Santa Eulària, una intervención que completa la primera fase de un proceso de peatonalización que continuará el próximo otoño en el resto de la vía hasta llegar a la calle Sant Josep. La reforma supuso una inversión de 890.000 euros por parte del Consistorio que preside el alcalde popular Vicent Marí.

De esta forma, se podrá completar el proyecto del anillo peatonal que permitirá realizar un recorrido a pie por zonas con tránsito pacificado o inexistente, conectando algunas de las zonas principales y más comerciales del pueblo, como la plaza de España. Santa Eulària continúa así la tendencia iniciada hace tres años, cuando se cerró al tráfico el céntrico bulevar de s'Alamera, entre la Casa Consistorial y el paseo marítimo, que supuso una inversión superior al medio millón de euros.

SANT ANTONI. El primer paso iniciado por el ‘tripartito portmanyí' ha sido cerrar al tráfico rodado las principales calles del casco antiguo, en particular las de la zona de ocio conocida como West End. Con esta medida, que se prolongará como mínimo hasta el 31 de octubre –la intención es peatonalizar el centro de manera permanente–, se pretende dinamizar el comercio, facilitar la movilidad de los peatones, mejorar la accesibilidad y seguridad vial, y al mismo tiempo dar relevancia a espacios con valor patrimonial.

En la franja cerrada al tránsito únicamente pueden circular por estas vías los vehículos de emergencias o para servicios eclesiásticos. Una vez se cerraron dichas vías comenzaron los trabajos de retirada de elementos y embellecimiento de la nueva área peatonal.