En 1997 el gobierno danés propuso a cinco islas del país un concurso para desarrollar un programa de sostenibilidad ambiental dirigido a la autosuficiencia energética. La isla de Samso ganó y decidió poner en marcha dicho proceso obteniendo en apenas una década el objetivo de convertirse en la primera isla sostenible. Efectivamente, los 4.300 habitantes de Samso producen hoy en día más energía de la que consumen vertiendo su excedente a la red nacional gracias a un cable que los une con la península de Jutlandia.
Este milagro energético se debe en un 75% a la energía generada por 21 aerogeneradores eólicos (11 en tierra y 10 marinos) y en un 25% a la energía generada por 2.500 metros cuadrados de placas solares y por las calderas de biomasa instaladas por particulares en la isla. Todo este proceso tuvo lugar en una isla de agricultores y granjeros que financiaron todo el proceso sin prácticamente ninguna ayuda externa. La construcción de los aerogeneradores y de las placas solares fue financiada en un 80% directamente por 1.500 accionistas individuales o agrupados en cooperativas cuya inversión fue complementada con impuestos y tributos locales hasta alcanzar 56,2 millones de euros. En total cada habitante de la isla realizó una inversión media de 13.400 euros para alcanzar su independencia energética y reducir en casi dos terceras partes las emisiones de dióxido de carbono.
Más aún, los habitantes de Samso consiguieron amortizar su inversión en apenas 10 años disfrutando de precios energéticos inferiores a los que tenían cuando utilizaba gas y petróleo. Pero además Samso se convirtió en lugar de peregrinación de especialistas energéticos y de turistas. Su nombre pasó a ser sinónimo de sostenibilidad energética intentando ser emulada por otras islas como El Hierro (Canarias).
El ejemplo de Samso puede ser útil en el momento actual cuando nos planteamos el uso de los fondos provenientes del impuesto sobre estancias turísticas en las islas Baleares (la llamada ecotasa).
Nuestras islas están ya interconectadas con el sistema eléctrico nacional y se caracterizan por tener un coste de generación energético muy por encima de la media española. Por otro lado, no hay sistema generador de electricidad más contaminante y generador de CO2 que las centrales térmicas de carbón que tenemos en nuestras islas. Quizás la emulación de Samso en una o varias de nuestras islas (o zonas de las mismas) a partir del dinero generado por el impuesto sobre las estancias turísticas pueda dar lugar por fin al desarrollo de un sector económico alternativo y complementario al turismo. Alternativo porque los objetivos marcados por la cumbre de París sobre el cambio climático hacen de las energías limpias un sector de futuro. Y complementario porque la sostenibilidad turística pasa por la sostenibilidad energética y porque una isla verde puede generar un enorme atractivo turístico tal y como ocurrió en Samso.
Por último, y para aquellos a los que estas líneas parezcan una quimera, cabe recordar que en Balears el Consell de Formentera ya ha iniciado este camino con el fomento de los automóviles y motos eléctricos y la instauración de caminos con accesibilidad limitada a dichos vehículos, apuesta que podría ser el inicio del camino hacia la obtención de una isla autosostenible desde la perspectiva energética.
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