Este lunes visitó Eivissa Álvaro Nadal, el que dicen es el cerebro económico de Mariano Rajoy y el que le asesora en la sombra. Dicen que le ha acompañado a todas las cumbres importantes en las que hay cuestiones económicas en juego.
He leído que es un tipo que no cae bien. Ser economista del Estado, haber estudiado en Harvard y hablar varios idiomas (entre ellos el alemán) supongo que no está bien visto en este país. No llevarse bien con los periodistas (en general), tampoco ayuda...
La fama Nadal -dicen sus críticos- es de tipo que “no sabe escuchar” y a veces bronco en las reuniones. El hecho de que Rajoy haya confiado ciegamente en su consejo, incluso por encima de De Guindos y Montoro, no le ha hecho el chico más popular de la fiesta. Además, con esa pinta de empollón… es que es normal -¡¡jxdxr!!-, es que le tienes que tener manía a la fuerza.
Dicen que no come de la mano de los grandes empresarios que pululan por el palco del Bernabéu, forman legión en lo que se conoce como “capitalismo de amiguetes”, y aunque en la conferencia/acto intentara desmentir su existencia, no tiene razón. El “capitalismo castizo” -muy nuestro- no creo que pase desapercibido al jefe de la Oficina Económica de La Moncloa.
En cualquier caso, la charla me resultó tremendamente atractiva y me pareció un tipo muy interesante. Dijo dos cosas que me gustaría destacar: la primera, y obvia para un liberal, es que un gobierno (cualquiera) “no debe estorbar”. Ahí pensé: “Empezamos bien”.
La segunda cosa que me resultó inspiradora fue el símil que utilizó para evidenciar el trabajo de los lobbys y grupos de presión a partir del libro “Los viajes de Gulliver”. La historia hacía referencia a la escena en la que Gulliver -para los habitantes de Liliput un gigante- está tumbado en la playa y los liliputienses lo tienen atado con cuerdas. Nadal nos contó que para liberar al gigante hay que cortar esas cuerdecitas. Cuando las vas cortando los dueños de las cuerdas se rebelan, se quejan e incluso a veces se unen para ponértelo difícil. Pero si confías en que estás haciendo lo correcto tienes que seguir cortando esas ligaduras. “No te preocupes -dijo- que cuando hayas cortado suficientes… al final el gigante se levanta”.
¡¡Me quedé con la boca abierta!!
Todavía estoy impactado con la metáfora. Eso es (qué bueno)… liberalismo en estado puro.
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