Los bancos son uno de ellos, ya que hay que tener en cuenta que esta inyección de liquidez del BCE se hace a través de entidades financieras. Es decir, en realidad el BCE se lo da a ellos (vía compra de deuda que tienen en sus balances) y estos ya eligen cómo distribuirlo, lo que les generará unos beneficios que no hubieran tenido en otra situación y que el mercado deberá valorar.
El inmobiliario debe ser el siguiente beneficiado, ya que buena parte de esta liquidez se trasladará a la calle vía préstamos hipotecarios. En España, si hablamos de viviendas estándar, no parece que sea muy beneficiado, ya que buena parte de esta financiación se concederá para la cartera del propio banco. Sin embargo, otro tipo de inmueble más específico (hoteles, suelo, centros comerciales…) sí pueden tener su potencial. Para el inversor, tanto grande como pequeño, acceder a estos activos es fácil vía fondos de inversión o por Socimis (Sociedades Cotizadas de Inversión Inmobiliarias).
Por otra parte se puede optimizar la cartera invirtiendo en activos denominados en moneda diferente al euro, por ejemplo en dólares, ya que si bien es cierto que se ha depreciado fuertemente los últimos meses respecto a esta moneda, también lo es que las decisiones de los bancos centrales de uno y otro lado del Atlántico (FED y BCE) lo van a seguir propulsando. Algo que puede hacerse extensivo a otras monedas, como el franco suizo o la libra esterlina; en principio no al yen japonés.
Lo que no es en absoluto recomendable es invertir en deuda a más de tres años, ya estamos inmersos en una burbuja que el QE ayudará a inflar a corto plazo pero que tarde o temprano explotará.
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