—¿Qué pensó cuando el Consell se puso en contacto con ustedes para informarles sobre el premio?
—Nosotros no nos lo esperábamos, ni mucho menos, porque estos galardones se les suele dar a gente de otro nivel y que no son tan particulares. Somos una pequeña tiendecita y supongo que el premio es gracias a la gente que viene por aquí y los eventos que nos hacen, pero que hacen los artistas, músicos sobre todo y buenos amigos. Yo estoy entre sorprendido y un poco acojonado porque lo que no me gustaría es que un premio se convierta en castigo.
—¿Por qué dice eso? ¿Teme que Can Jordi pierda su esencia por este tipo de galardones?
—Nosotros estamos limitados; tenemos a un lado la carretera de Sant Josep, a otro costado el camino antiguo de es Cubells, y detrás viven mis padres. Seguir así es nuestra máxima ilusión y el premio es para la gente que nos apoya y para los músicos por su ‘rockmanticismo'. Ellos no vienen por dinero, la música no es por afán lucrativo porque si la cerveza cuesta hoy 1,60 el sábado con un conciertazo también cuesta 1,60. Los artistas que vienen lo hacen porque son unos románticos y el premio es para ellos.
—¿De quién se va a acordar cuando reciba el premio?
—Esto hay que compartirlo con nuestra gente, quienes aguantan todos los chaparrones. Mi madre [Esperanza Torres Tur] es la culpable de que esté como ha estado siempre, un lugar un poco auténtico. Espero que mi madre suba conmigo a recoger el premio. Nos han dado 20 invitaciones y ya me han dicho que quieren venir unas 50 personas [risas...]
—¿Cuál es la historia de Can Jordi y por dónde pasa su futuro?
—Los documentos más antiguos son un manuscrito de compraventa de 1914, cuando hubo un cambio de titular en la tienda. Entonces se llamaba Can Puguils, hasta que en 1940 lo alquiló mi abuela y con el tiempo lo compró, poniéndole Can Jordi. Voy a intentar no cambiar lo que me cedieron; somos una tiendecita de gente normal, humilde, de payeses. Un bar de carretera que intentaremos mantener así. Cada vez vemos menos botigas. Antes había una cada dos kilómetros y eran centros básicos para la gente del pueblo y del campo. Ahora somos elementos residuales que sobrevivimos por estar lejos de grandes superficies. Queremos seguir siendo un lugar auténtico de la isla y conservar la esencia de como éramos antes.
8 comentarios
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Can Jordi representa la esencia de una Ibiza que se resiste a morir y que hay que preservar. Vicent es "es verru mes pintxu de s'illa" al que deseo lo mejor de lo mejor, por ser como es y por saber atender su emblematico bar-botiga de un modo unico.Salut i per molts d'anys Vicent
Quina enveja mes dolenta.....DON BLAS
No hay garito mejor ni más auténtico en toda la isla. Y de su propietario no me cansaré de decir que si fuera ministro de cultura otro gallo nos cantaría. Apostar hoy en día por cualquier manifestación cultural, sea musical, fotográfica o de cualquier tipo es de gente valiente y honesta, como lo es Vicent. Visca Can Jordi!
Sobre el comentario de la persona anónima DON BLAS Sr. Blas Por qué no pone su nombre verdadero y da la cara . ¿ Tiene envidia, miedo o vergüenza ? Y yo no soy amigo de Vicente , ni lo conozco personalmente, pero pienso, si alguien quiere decir algo publicamente, tendría que poner su nombre verdadero, y si no quiere hacerlo, mejor callarse. Criticar a una persona en el anonimato es muy facil , pero no habla bien del crítico.
Muy buena persona es Vicent, él y su familia.
La mejor esperanza es que continúe de esta manera sin cambiar nada. Una de las pocas actividades verdaderas en la isla.
"Don Blas", no faci mal de ventre.
Castigo pero ya por ejercer un negocio para el que no tienen licencia, tienda bar no Café Concierto. Si el ayuntamiento no actúa de oficio los vecinos tendremos que denunciar y acabar con esta actividad ilegal que tantas molestias ocasiona.