Una fotografía de Ibiza en los 70 que plasma los contrastes que nacieron en la isla en aquella época. | Toni Vidal

La Eivissa que recibió a Elmyr de Hory en los años 60 fue la de los artistas, pero también la de los que se escondían por alguna razón legal, como era su caso. Le ocurrió a otros tantos personajes que aparecieron en la isla en aquellos años, del mismo modo que le sucedió a los jóvenes americanos de buena familia que se escondieron en ese paraje para que no les enviasen a la Guerra de Vietnam. «Eivissa se convirtió en un lugar escondite, pues no lo conocían ni en España», recuerda hoy el conocido relaciones públicas Carlos Martorell.

La Eivissa de la década de los 60 es la de la isla mitificada de la que después se ha vivido durante tanto tiempo y la construyeron precisamente personajes peculiares que acudieron a la isla por distintas circunstancias, como Elmyr, valora en el mismo sentido el escritor Carles Fabregat.

Una ‘isla refugio’ que todavía era muy pobre y donde apenas había restaurantes, boutiques o discotecas y donde todo el mundo se conocía. Ese fue el lugar al que llegó el pintor. «La sociedad ibicenca observaba la llegada de estos personajes aceptándola, intentando comprender sus realidades y cómo se expresaban porque Ibiza recogió con cariño todo lo que llegaba de fuera siempre que no alterase la conducta social o moral de la época», revive el empresario y coleccionista ibicenco Pepe Roselló.

Una isla todavía marcada por la represión moral y política, sobre todo en el ámbito de las costumbres en la que la prohibición de la música mostraba las heridas del régimen y lo político.

La realidad fue cambiando poco a poco y los hippies llenando la isla con su presencia, sus actividades, sus fiestas y su alegría. También llegaron los artistas, la aristocracia, los rostros conocidos y, por supuesto, los turistas. «Elmyr recibió encantado a los hippies, pues se trataba de gente joven, guapa, educada y muchos de ellos universitarios que recibían una transferencia económica cada mes», según Martorell.

Y asegura el conocido relaciones públicas que a Elmyr «le encantaba esa atronadora vida social que estaba naciendo en Eivissa y sus fiestas». Eran habituales las reuniones en la casa del pintor donde se podía encontrar desde a Ursula Andress a John Derek o Bo Derek. Y es que aseguran los que le conocieron, como Roselló o Martorell, que Elmyr fue un personaje aceptado en todos los medios sociales y culturales de la isla por sus habilidades sociales y por su control de la escena.