Botha ya había tenido que cancelar este año varias actuaciones debido a sus problemas de salud, entre ellas un Otelo en el Festival de Pascua de Salzburgo.
El pasado junio regresó a los escenarios con un montaje de Walküre, de Richard Wagner, tras siete meses de ausencia de los escenarios por enfermedad.
El tenor nació en 1965 en Rustenburg, Sudáfrica, y tras sus estudios de música se trasladó a Alemania, donde tuvo sus primeras actuaciones importantes.
Fue un habitual de los mejores teatros del mundo, como la Metropolitan Opera de Nueva York y desarrolló una especial relación con la Ópera de Viena, donde debutó en 1996 y que se convirtió en su hogar artístico.
En 2003 obtuvo el prestigioso título de Österreichischen Kammersänger, que otorga el Estado austríaco y es uno de los reconocimientos más importantes que se concede a los artistas líricos del mundo.
En el teatro vienés participó en producciones como Fidelio, Tannhäuser, Tosca, Turandot, Aida o Don Carlo.
«Todos estamos profundamente afectados. Johan Botha se nos ha ido demasiado pronto», declaró el director de la Ópera de Viena, Dominique Meyer, en un comunicado.
Botha tenía previsto regresar a la Ópera de Viena este mismo mes de septiembre como Radamés en la ópera Aida de Verdi.
Por su gran amistad con Josep Egger, austríaco afincado en Mallorca y melómano apasionado, Botha visitó la isla en varias ocasiones, ofreciendo conciertos memorables en el Castell de Bellver y el Auditòrium de Palma.
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Sin duda una gran pérdida para el mundo de la música. Gracias a Josep Egger por acercarlo a nuestra isla, y poder disfrutar de su voz. DEP