Su escuela es el rock, por si alguien lo dudaba. Con el arrastra las sílabas hasta romper las palabras. Pero, tal y como dicen, a veces las grandes ideas surgen de casualidades. Uno de esos lances entrelazó los caminos de Jaume Anglada y Miquel Àngel Aguiló. Con él aprendió ha acicalar sus canciones con una elegancia sinfónica ajena a sus registros. Y de esos lodos estos polvos: Jaume Anglada i tu, nueve nanas luminosas para amenizar un picnic boreal en su primer trabajo en catalán.
—¿Desde cuándo le rondaba por la cabeza un disco en catalán?
—Hará como unos 15 años que escribí mi primera canción en catalán, Cridaré el teu nom. Luego fuí escribiendo otras que guardé hasta que algo se agitó en mi interior al componer Les claus del teu món. Y a partir de ahí salen ideas que brotan en mallorquín, con un punto naïf, más inocente. Más tarde Miquel Llinàs, me animó a grabar el disco. Así arrancó el proyecto, al que luego se sumó Miquel Àngel Aguiló, tras nuestro ‘matrimonio' en Tempo Sinfónico.
—Ahora sus letras parecen más las de un padre de familia que las de un rockero. ¿Madurez?
—Yo venía desahogado tras superar Tempo Sinfónico, y ahora quería un disco que emulase el sonido de un cantautor atemporal, Me gusta la sencillez y el comportamiento intimista de Leonard Cohen.
—Ha reducido las canciones para vestirlas con una guitarra y los arreglos imprescindibles, ¿Lo ‘menos es más'?
—Todo es herencia de Tempo Sinfónico. Desde entonces aparecen nuevos timbres musicales con instrumentos que no estaban antes. Grabé las canciones muy rápido y luego pedí a Miquel Àngel Aguiló que cada una tuviera un instrumento distinto sin discutir nada porque tengo plena confianza en su trabajo. Le daba un primer plano de la canción y me devolvía un paisaje.
—Ahora que ya tiene el ‘retoño', ¿ha sido un ‘parto doloroso'?
—No. Ha sido maravilloso, gestado en una noche de amor muy bonita. Ha sido un disco que hemos grabado muy rápido, en solo diez mañanas, porque era horario de escuela y como padre de familia tengo compromisos ineludibles.
—Rockero, baladista, sinfónico... ¿Está en uno de los momentos más inspirados de su carrera?
—Estoy en un ecuador muy bueno en todos los niveles. Me siento equilibrado con la perspectiva de 20 años de carrera, me miro al espejo y me doy cuenta de que sigo con unas ganas tremendas de seguir adelante.
—¿A la hora de componer ha de estar la inteligencia por encima del ego?
—Tienen que estar las emociones por encima de todo, el ego es tu peor enemigo.
—¿Qué recorrido le augura a Jaune Anglada i tu?
—Me encantaría ser número uno, si te digo que no te miento. Quiero comprarles regalos de reyes a mis hijos. No sé que le auguro pero sí que este disco sirva para que pueda seguir subiéndome al escenario.
—El intimismo desnudo no es el género de moda, ¿le gusta ir a contracorriente?
—Soy un artista accidental, me muevo según los accidentes que voy teniendo cada día con las emociones y con las personas.
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Este cantante mola. En directo más aún.