El joven pianista Alexander Vorontsov, ayer. | AMANDA AGUADO

Al finalizar su concierto como ganador del XIX Concurso Internacional de Piano en la categoría juvenil, con apenas 15 años de edad, Alexander Vorontsov recibió una ovación con todo el público puesto en pie en el Centre Cultural de Sant Carles. Este joven ruso, ahora de 18 años, fue la perfecta definición de niño prodigio y regresa este año a Eivissa para ofrecer un concierto en el mismo escenario en el que triunfó hace tres años dentro del marco del Festival Internacional de Música de Ibiza, además de figurar como jurado en la XX edición del concurso. Como cualquier joven de su edad, Vorontsov escucha también pop y rock, aunque se declara un entusiasta del house y de la música disco y en este nuevo viaje a la Isla no descarta dejarse caer por alguna discoteca.

—¿Cómo comenzó su historia con el piano?

-Cuando tenía cuatro años mi madre, que era profesora de piano, me sentó delante de uno y comenzó a hacerme practicar. Ese fue el comienzo de todo.

—¿De niño lo recuerda como una diversión o como una obligación?

—Era divertido, por supuesto, pero mi madre era muy estricta conmigo y me hacía practicar mucho. Era un poco duro para un niño practicar tanto tiempo. Fue duro para mí, pero siempre he amado la música, así que tenía su parte de diversión.

—¿No era problemático que fuera su propia madre la profesora?

—Sí, en algún momento. Al empezar era casi un juego, pero con el paso de los años fueron apareciendo algunos ‘problemas' porque también éramos madre e hijo, no sólo profesora y alumno, y había algunas discusiones y nos enfadábamos. A los once años decidí que había llegado la hora de cambiar de profesor.