Y es que hablar del hoy desaparecido grupo es hacerlo del fenómeno musical más trascendente, y con mucha diferencia, de la historia de las Pitiüses. Un fenómeno que siempre fue capaz de arrastrar a sus conciertos a centenares de personas, cuando no miles, a pesar de ser Eivissa un lugar diseñado única y exclusivamente para mayor gloria del discjockey de turno. Con su pop-rock cantado en castellano, erróneamente comparado por muchos con la mítica banda de Enrique Bunbury, consiguieron ganarse un lugar en el corazón de innumerables ibicencos. Muchos de ellos estuvieron presentes en la titánica fiesta de despedida que tuvo lugar el pasado sábado en el recinto ferial. Una celebración muy ambiciosa, calculada al milímetro durante semanas, en la que prácticamente todo salió rodado.
El público acudió en masa a la convocatoria del grupo y abarrotó el recinto, de hecho, incluso hubo un buen número de desafortunados que se quedaron fuera por motivos de seguridad. El ambiente, que ya era sensacional cuando pasadas las diez de la noche se proyectaron una serie de emotivas imágenes del grupo, enardeció aún más cuando aparecieron los cinco protagonistas principales sobre el imponente escenario. Estatua de sal, un corte lento y profundo, fue el insospechado encargado de abrir el show. Tras esa primera canción fueron desgranando canciones tan representativas como Hoy por Hoy, Mejor Mojar Mujer o Payaso. David Serra, vestido con ropa oscura y sombrero negro, prometió que se replantearían su disolución después de ver la increíble acogida que les dispensó el público desde el primer momento. Normal que dudaran. Si bien la decisión está tomada y eso lo sabe hasta su fan más optimista.
Bocanadas, canción incluida en su disco de 2004 Fácil, supuso una agradable sorpresa al ser un tema que rara vez interpretan en directo.
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