Uno de las obras de Tur de Montis que se expone en Sa Nostra.

Luis Llobet atiende a los medios relajado, sentado en la Sala de Cultura de Sa Nostra frente a un autorretrato que su tío, Mariano Tur de Montis, pintó a la edad de 14 años. Se encuentraba ayer allí, precisamente, para presentar la exposición que ha comisariado dedicada al pintor, fallecido en 1994, y que dibuja su carrera artística a partir de veinte retratos, realizados entre las décadas de los veinte y los sesenta del pasado siglo. La inauguración tendrá lugar esta tarde a las ocho.

«En la exposición hay cuadros de mi colección y también de particulares que los han cedido. Todos estaban en Eivissa excepto uno que estaba en Mallorca», explicó ayer Llobet, quien recuerda a su familiar como alguien «muy ibicenco» y como «un gran coleccionista de arte y antigüedades» cuya casa se convirtió a lo largo de su vida «en un punto de encuentro de intelectuales». El comisario quiso agradecer a Sa Nostra y especialmente a su responsable en Eivissa, Catina Costa, «todas las facilidades ofrecidas para llevar a cabo la exposición».

Al referirse a la selección de las obras que componen Retrats. Mariano Tur de Montis, Llobet aseguró que «no había sido difícil» y añadió que contó para ello con la ayuda del pintor Manolo Fandos. Asimismo, el sobrino de Tur de Montis recordó que la obra ya había sido localizada y catalogada para el libro que le dedicó en el año 2001. «Había mucho trabajo previo hecho», remarcó.

Precisamente, en aquel libro colaboró, en la parte de análisis de la obra de Tur de Montis, el profesor de Arte y entonces decano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universitat de València Rafael Gil Salinas, quien, un poco por casualidad, también se encontraba ayer por la mañana en la Sala de Cultura de Sa Nostra. Para Gil, esta exposición «hace justicia a un pintor injustamente olvidado y es un broche de oro a su carrera».

«Tur de Montis destaca como retratista —añadió—, pero también es un pintor de flores y bodegones. Su técnica en el retrato es muy moderna, muy actual, focalizando principamente el rostro y desdibujando después el resto de la composición, en la línea de la corriente internacional de entonces, porque Tur de Montis era una hombre viajado, que conocía París y muchos museos». De hecho, Gil no duda en situar la obra del ibicenco al nivel de figuras del siglo XX como el norteamericano John Singer Sargent (que pasó gran parte de su vida en Londres, donde murió) o el español Joaquín Sorolla. «Su trabajo está a la altura de ambos —apuntó Gil— y puede que el hecho de que se dedicara al retrato, que es el género menos relevante para el mercado, ya que interesa principalmente al retratado y a su familia, o el que viviera en una isla puede haber provocado que la difusión y su reconocimiento sean menores de lo que merece». En este sentido, Gil aseguró que Retrats es el homenaje de la sociedad ibicenca a una trayectora de mucho calado que no ha tenido la proyección que debería haber disfrutado».