Carmen Machi durante un momento de la representación de la obra que llevará hoy a Can Ventosa.

Acompañada sobre el escenario de Àngels Bassas y Mingo Ràfols, Carmen Machi estará esta noche de nuevo sobre el escenario de Can Ventosa (ya lo hizo en 2009 con La tortuga de Darwin). En esta ocasión, la actriz, que saborea las últimas representaciones de la gira, se sube al escenario para interpretar a Dene Wittgenstein, la hermana mayor de un filósofo de una decadente familia vienesa en Almuerzo en casa de los Wittgenstein, de Thomas Bernhard.

-Es difícil resumir y catalogar de manera precisa una obra como la que representáis esta noche...
-El autor es un escritor austríaco muy especial. Es una joya de la literatura contemporánea que trata temas universales de una manera muy especial. Él no puntúa la obra, con lo cual, como actor debes tomar una serie de decisiones, esperando que sean las acertadas porque el público no debe notarlo (risas). Es un texto riquísimo y, francamente, si tienes la oportunidad de interpretarlo, como actor, no puedes dejarlo pasar. Él, casi siempre arremente contra todo, contra la sociedad, el arte... Era tremendamente iconoclasta, pero con una verdad y un sentido común aplastantes. En este caso, todo gira en torno a tres de los hijos de los Wittgenstein. El hermano mediano está en un manicomio y sus hermanas deciden sacarlo unos días para prepararle un almuerzo. Cuando se juntan las familias, ya se sabe... siempre pasan cosas inesperadas (risas).

-¿Por qué resulta tan enigmático y carismático el personaje de Ludwig?
-Bernhard conocía mucho a la familia Wittgenstein. Era muy amigo del sobrino de Ludwig (personaje en el que se basa la obra), un filósofo muy conocido que odia algunos aspectos del pueblo austríaco, ciertos defectos del humano en general y dice muchas verdades por su boca. Ludwig es el alter ego del autor, que pone en boca de este personaje todas las cosas que él odia, aborrece y detesta de la sociedad, la vienesa, que se encontraba en decadencia. Odia el mecenazgo, el arte por el arte, el despilfarro por el arte, a los actores, al teatro... Por eso siempre es un desafío interpretar un texto de Bernhard.

-¿Cómo se reflejan en esta obra los vínculos familiares?
-Una de las cosas en las que el escritor hace hincapié es el apego a la familia, aunque ésta esté rota, el miedo a tirar cosas que han sido heredadas a muchos niveles, el miedo a no estar a la altura del legado de nuestros padres. Bernhard, a través de su alter ego, quería rebelarse contra todo eso. Yo creo que, aunque habla del alma humana, habla de un alma humana bastante enferma.

-¿Existe un binomio de roles entre las dos hermanas?
-Esa es la apariencia, pero como todos sabemos, las apariencias mienten en muchas ocasiones porque, en este caso, todos ellos están encerrados en este mundo en el que hablamos. Estuve leyendo la biografía real de los Wittgenstein y es terrible. Una familia altamente poderosa económicamente, muy culta, muy entregada al mundo del arte, sobre todo a la pintura y a la música. Eran una gente muy rica en ese sentido pero muy pobre en otros, y más teniendo en cuenta que tres hijos de los Wittgenstein se suicidaron. El personaje de Ludwig está internado porque intentó en varias ocasiones quitarse la vida, aunque no lo consiguió. Y a las dos hermanas, Bernhard las pinta como dos actrices que actúan porque se aburren, ¡ni siquiera tienen talento! Las dos hermanas tienen muchos puntos en común, pero uno que las diferencia. Una debería irse de casa, volar y no lo hace por el miedo a desaparecer; y la otra no se va porque se ata y se une a su hermano hasta un punto casi incestuoso. La protección excesiva de la hermana mayor contrasta con el desapego de la hermana, pequeña pese a que ésta también está enamorada de su hermano.

-¿Cómo se preparó para interpretar a Dene?
-Prepararse un personaje así es sencillo si escuchas mucho el texto, si eres muy respetuoso con él. Yo normalmente no me preparo los personajes de una manera especial. Cuando un texto es tan bueno te lo sirve en bandeja. Para eso luego también está el director, que te dice las pautas y por dónde quiere que lleves el trabajo.

-Se nota que disfruta con esta obra...
-A quien le guste el teatro de texto encontrará un tesoro importantísimo. Como ocurre en todas las grandes obras, no las descubres del todo ni la primera, ni la segunda vez que te subes al escenario; te pasa casi cuando la despides. Eso ocurre con los clásicos, y Bernhard es un clásico contemporáneo.

-¿Qué le parece que su vis cómica sea más conocida que su faceta como actriz dramática?
-Esto me gustaría matizarlo porque, para un actor, la comedia es harto complicada. Yo he hecho comedia de muy diferentes estilos y existen comedias extraordinarias, que no son menores que el teatro de este escritor austríaco. Hacer reír es mucho más trabajoso. No es más meritorio ser actor dramático que cómico, ni viceversa. No conozco ningún actor cómico que no sea un gran actor dramático. Sin embargo, conozco a pocos actores dramáticos que sean buenos cómicos.

-¿Ahora está entregada por completo a las tablas?
-Lo que más he hecho en mi vida es teatro. Fue con lo que empecé y nunca lo he dejado. Creo que hubo un par de años, cuando 7 vidas daba mucho trabajo, en los que dejé de hacer teatro, pero fue una excepción en mi vida. Yo estreno, como mínimo, una función al año. Hay gente que puede pensar que sólo hago las obras con las que salgo de gira pero no, siempre estoy haciendo teatro.

-¿Qué proyectos de futuro tiene ahora mismo?
-Ya estoy ensayando una nueva obra de teatro con el director de Animalario, llamada Falstaff, para el Centro Dramático Nacional, pero con esa no saldré de gira.

-¿Aceptará propuestas de cine o televisión?
-A lo largo de este año, sí. A partir de mayo ya me dedicaré a otros proyectos audiovisuales. Dudo mucho que descanse, mínimo hasta 2012 (risas).

«El teatro te permite rectificar»
Carmen Machi opina que la principal diferencia entre el teatro y el cine o la televisión es que el primero «te permite rectificar en lo que ayer te equivocaste, no repetir errores... lo que hace que el texto siempre esté vivo, y en eso el público tiene mucho que ver». Respecto a la pieza que representará en Eivissa, la actriz cree que «es una obra en la que se tiene que escuchar mucho, hay mucho humor aunque no sea una comedia. Te hace gracia lo patético a pesar de que es una obra tremendamente dolorosa. Pero tiene que haber humor porque, si no, sería insoportable, en la vida pasa igual».