El escultor británico Christopher Stone, residente en Eivissa desde hace casi dos décadas, ha presentado recientemente dos exposiciones en Estados Unidos. La primera, titulada Realidades sensoriales, en el Agora Gallery de Nueva York, estaba dedicada al prestigioso escultor británico Barry Flanagan, que falleció en Eivissa el pasado septiembre; amigo y mentor de Stone, quien le animó más a que desarrollará su vocación escultórica. Mientras que la segunda, fue presentada en la Lady Audreys Gallery, en West Cornwall (Connecticut).
Además, Stone tiene en cartera un proyecto de una serie de esculturas figurativas en bronce que tendrá lista en 2010. Seis piezas en torno al medio metro de altura en las que se percibe cierta influencia de Alberto Giacometti y Barry Flanagan. Obras que expondrá el próximo año en galerías de Sussex (Inglaterra) Niza, Dublín y Connecticut.
Una propuesta alternativa en su producción habitual, ya que su material preferido para tallar es el mármol blanco, ya sea de Almería o de Italia. Como las esculturas que ha presentado ahora en Estados Unidos, de realización directa, sin bocetos ni modelos previos de arcilla.
Plasmar sentimientos
El objetivo que Christoper Stone busca en el arte es el de plasmar sus sentimientos, utililizando para ello la piedra como vehículo transmisor de sus emociones. Con ecos de maestros de los que se reconoce deudor; en primer lugar, Flanagan, pero también del escultor francés Henri Gaudier; y, por supuesto, de su esposa Cristina, «la fuente de todo», apuntó el artista, quien no teme a la galopante crisis económica que sufre el mundo en general, incluido el del arte. «Creo que el actual clima económico inestable es una buena oportunidad para el estudio y la investigación. Es el momento para impulsar a los artistas menos convencionales a que alcancen el lugar que les corresponde», aseguró el escultor.
Artista vocacional, Stone defiende que para crear una escultura «necesita amor, dedicación y entrega hasta el final. Con libertad para sacar de ti todas las posibilidades que puedas desarrollar según tu criterio». Libertad también a la hora de etiquetar su obra. «Mi estilo es que no tengo estilo. Me gusta que la gente que mira la pieza, le guste o le disguste, no trate de entenderla. Mi labor como tallador es plasmar lo que veo en mi mente, sin encontrar diferencias entre mi idea original y el resultado en 3D», explicó el escultor, añadiendo: «Yo no esculpo lo que veo, sino lo que tengo en mi corazón. La belleza de la apariencia exterior de las cosas no debe asfixiar la belleza del pensamiento. Por eso creo que todas mis piezas son únicas, porque no puedo hacer dos veces la misma cosa y con la misma energía original».
Christopher Stone (Londres, 1955) estudió en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad, pasando a continuación a trabajar dos años en Shaftesbury (Dorset) con el diseñador y artista Ralph Hampton. También estuvo un tiempo trabajando en la restauración de antigüedades en las galerías Seidner de Londres.
Participó como artista diseñador en la Exposición Universal de Sevilla (1992), tanto en el pabellón británico como en el español. Su interés por el Egipto de los faraones, le llevó a realizar visitas de larga duración a Luxor, Assuán y El Cairo, donde estudio egiptología. Asimismo, residió un tiempo en la República Checa para estudiar el arte refinado de la Europa oriental.
El escultor británico residente en Eivissa ha mostrado sus creaciones en Sevilla, Salisbury, Wiltshire, Manheim, Amsterdam, Dublín, Belfast, Amberes y Nueva York, entre otros escenarios.
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