A partir de primeros de año la Casa Broner, en sa Penya, podrá recibir visitas guiadas. Así lo aseguró ayer la alcaldesa de Eivissa, Lurdes Costa, al presentar a los medios el estado de la obras de restauración de la que fuera vivienda y estudio del reconocido arquitecto y artista alemán, donada al consistorio ibicenco poco antes de su muerte por su viuda, Gisela, de acuerdo con la voluntad del propio Erwin Broner.

Reconocida como Bien de Interés Cultural (BIC), las obras de restauración del emblemático inmueble, que concluirán el próximo 31 de diciembre, han sido realizadas por Construcciones y Mejoras sa Torre S.L por un importe de 285.000 euros. El proyecto, de la arquitecta Isabel Feliu y cuyas obras han sido dirigidas por el técnico municipal Raimon Ollé, tenía un presupuesto de 293.446 euros y ha recibido una financiación de 220.000 euros de la Conselleria d'Habitatge i Obres Públiques del Govern.

Tal como era

La restauración de la Casa Broner ha consistido en la rehabilitación estructural de fachadas, maderamen y herrería, así como la reconstrucción del mobiliario original y la restitución de los diferentes elementos de la casa y del estado original del techo. Proyecto que ha contado con la colaboración del Col·legi d'Arquitectes, que ha facilitado sus fondos documentales para fundamentar mejor todas las decisiones.

Según recordaron ayer los técnicos, este inmueble de sa Penya fue construido por Erwin Broner entre 1959 y 1960, con la voluntad de formalizar un diálogo entre la arquitectura tradicional de la isla y el racionalismo de la Bauhaus que Broner conocía bien. La casa tiene dos plantas: la superior era la vivienda propiamente dicha, mientras que la inferior era su estudio de arquitecto y taller de artista; dos espacios concebidos de forma independiente; y para lograrlo construyó un pequeño pero espectacular puente sobre el acantilado que bordea el inmueble, que incluso algunos metros de la zona de costa.

La Casa Broner tiene unos 100 metros cuadrados útiles de interiores y 300 en conjunto, con el jardín que rodea el inmueble. «Para Broner, el espacio habitable era una fusión del espacio interior y exterior. Los límites son confusos», explicó Raimon Ollé.

Modificaciones

La casa había sufrido bastantes cambios; algunos realizados por el propio Broner; pero otros, encargados por la viuda, alteraron el proyecto original, algo que se ha subsanado con la restauración realizada ahora. Además, se han tenido que utilizar materiales más modernos, dado que en la construcción original (como era habitual en la isla en aquellos tiempos) aún se utilizaban áridos provenientes de las playas con abundantes de sales nocivas para cualquier tipo de construcción, que podrían ser la causa de muchas de las patologías detectadas, algunas descubiertas durante el transcurso de las obras.

Aunque la fórmula definitiva de gestión de la Casa Broner aún no se ha decidido, la alcaldesa garantizó ayer que se buscará la forma de lograr que este espacio BIC pueda ser disfrutado por toda la ciudadanía; siempre con la ayuda del Col·legi d'Arquitecte. «Ha colaborado en la restauración y, por supuesto, estará en el futuro, porque si nosotros heredamos la casa, ellos recibieron su legado arquitectónico», precisó Lurdes Costa.