Reconocido en la isla por sus cuadros y cerámicas sobre la mujer payesa y el campo ibicenco, que comenzó a pintar en los 70, Luis Amor ha buscado horizontes atlánticos para buscar su realización personal. Pero antes estuvo siete años en la orden de la Trapa, tras dejar Eivissa en 1985. Inquieto y comprometido con la vida y el arte, su intención es volver un día de nuevo a vivir en el Mediterráneo; pero parece que no tiene prisas por hacerlo, pues no le faltan proyectos y encargos. Los interesados por su obra pueden encontrar algo en la tienda de marcos Gönel de Vila; y, estos días, en la galería Plástika.

-¿Cómo le dio por hacer las américas?

-Nada más lejos de mi intención que 'hacer las américas'. Después de búsquedas y meditaciones tras la muerte de mi madre y de mi tía Inos, que vivía con nosotros desde que yo tenía tres años, decidí irme a la República Dominicana. Conocí el país en 1984, y expuse aquí con notable éxito. Con la República me unen lazos familiares desde los primeros años del siglo pasado.

-Así que se fue con pleno conocimiento de causa.

-Pensé que era el país perfecto para realizar mis inquietudes, para compartir lo que soy y lo que tengo. Es un lugar en el que uno tiene que seguir andando; si no lo haces, te atropellan. Y a estas edades, y después de lo vivido, es una bendición de Dios el poder seguir adelante. Es cierto que a veces cojeo más de lo habitual, pero sólo es una cuestión de cansancio físico.

-¿Le ha decepcionado Europa, vitalmente?

-No, soy muy europeo; si bien aquí he aprendido a vivir como un dominicano, en la forma de pensar. Así que me involucro en todos los problemas sociales, políticos y religiosos del país, que son muchos. Aunque sigo siendo europeo, pero más radicalizado, más luchador, con la esperanza puesta en la utopía de un mundo mejor aquí y ahora. Es decir, aún no estoy de vuelta.

-¿Cuándo estuvo en España la última vez?

-El invierno pasado, y encontré el país muy cambiado. Me gusta más ahora. Está muy vivo en todos los sentidos, cultural, arquitectónica y artísticamente. El contraste con este otro mundo en el que vivo, con esta otra cara de la globalización, le obliga a uno a replantearse muchas cosas y a tomar partido.

-¿Le sigue inspirando Eivissa en su trabajo artístico?

-Eivissa no sólo me inspira en el trabajo, sino que ha marcado toda mi vida; en el sentir, en el mirar, en el ver... hasta mi aspecto está marcado por ella. Siempre hago algún trabajo sobre la isla en todas mis exposiciones. Por ejemplo, mi última obra serigráfica está basada en una de mis series sobre Eivissa.

-¿Tiene intención de volver algún día por la isla?

-Sí, volveré. Tengo dos años comprometidos con trabajos y exposiciones en Europa y en América del Sur. No te digo los países concretos porque dicen que no es bueno mencionar los detalles antes de tiempo.

-¿Está al tanto de la vida creativa de Eivissa?

-No, no sé nada, y me gustaría enterarme. Digo yo que todavía debo tener algún amigo trabajando por ahí.

-¿Tiene entre manos algún proyecto relacionado con la isla?

-Sí, algún proyecto me ronda por la cabeza, pero no de carácter inmediato. Mi intención es volver a vivir en el Mediterráneo y, evidentemente, trabajar y realizar una gran exposición.