En vísperas de recibir el premio Cervantes 2007, Juan Gelman compareció ayer ante los periodistas acompañado por su familia, incluidos sus cuatro nietos, y demostró que a pesar del exilio y el sufrimiento que le ocasionó la dictadura argentina no ha escrito nunca «en legítima defensa, sólo en defensa de la poesía». Sin querer adelantar el tema sobre el que girará su discurso de agradecimiento del premio Cervantes, mañana en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, Gelman, también acompañado por el ministro de Cultura, César Antonio Molina, sólo avanzó que hablará sobre «lo que sugiere la obra de Cervantes».
Admirador del autor del Quijote, el poeta dijo que se sentía «conmovido» por el premio. «El más preciado en esta lengua, que simboliza montones de cosas». Tanto es así que Gelman, enemigo del boato y la oficialidad, está dispuesto a someterse a todos los actos que conlleva la entrega de este galardón. «Es así y hay que admitirlo, en todas partes es igual», dijo. Y explicó que, de no habérselo dado a él, le hubiera gustado que el galardón hubiera sido para Nicanor Parra, José Ignacio Pacheco, Benedetti o Blanca Varela. «Son tantas las voces iberoamericanas que se merecen el premio».
Parco en palabras para hablar de política -»no sé por qué a los poetas les preguntan por la política y no a los políticos por la poseía», dijo con humor y con ese acento porteño que envuelve su voz pausada-, Gelman señaló que espera que en Argentina se resuelvan los problemas con los terratenientes que están causando la quema de rastrojos que inundan de humo Buenos Aires y otros lugares. «La situación económica es muy pesada por la situación creada por Menem y De la Rua, algo terrible en un país que un día estuvo entre las primeras potencias del mundo», recalcó el autor de Mundar, su último poemario.
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