El autor de la obra, pintado por Amadeo Roca.

JULIO HERRANZ

Siguiendo una loable iniciativa de la que ya ha ofrecido cuatro entregas, Luis Llobet vuelve a indagar en su rica memoria personal, en la de su familia y sus vecinos más provectos y señeros para ofrecer un nuevo capítulo del mundo singular y en parte privilegiado de la ciudad alta de Eivissa. Un quinto volumen de la serie, titulado Unas páginas del pasado de Dalt Vila, profusamente ilustrado con abundante material gráfico (en gran parte inédito para el público) en el que ofrece un retrato interesante de tres familias burguesas de la zona a lo largo de 150 años. Tres familias de tres conocidas casas señoriales de Dalt Vila, ubicadas en los números 3, 7 y 14 de la calle Pedro Tur (antes San Vicente).

Tras la crónica familiar, rica en informaciones reveladoras y significativas, la obra revela al mismo tiempo las costumbres y el carácter de una época de la historia de Eivissa que hoy parece más lejana de lo que representa en tiempo concreto. Tres familias enraizadas en las tres casas, detalladas con su árbol genealógico correspondiente: los Llanera, los Tur, los Ferrer, los Llobet, los Cabanilla y los Roselló.

Del tono y estilo narrativo con el que el presidente de la Asociación de Vecinos de Dalt Vila enfoca al paisaje y al paisanaje reunido en la obra, da buena cuenta el pórtico de entrada: «A mediados del siglo XIX, en invierno, en la calle de San Vicente, ahora calle de Pedro Tur, sólo se interrumpía el profundo silencio de la noche cuando el viento y el rumor del mar embravecido recorrían Dalt Vila, la ciudad amurallada.

«Durante el plenilunio la luz de la luna brillaba sobre el encalado de las casas dando claridad a las calles. Pocos eran los transeúntes y era habitual que el viático, cuando era requerido para asistir a algún vecino moribundo, las recorriera. Y hasta se dio el caso de un 'fantasma': una mujer celosa cubierta con una sabana blanca siguió a su marido varias noches por las estrechas callejuelas, hasta que en una noche de tormenta ante la puerta del túnel del Soto Fosc apareció otro 'fantasma' que con voz ronca desafió a la celosa esposa a que entrara con él en el túnel. La despavorida mujer huyó por las calles chillando enloquecida; y se llegó a contar que el infiel marido pidió la ayuda de un amigo para dar un escarmiento a la desconfiada esposa, mientras él compartía el calor de un lecho ajeno».

Unas páginas del pasado de Dalt Vila también recoge sabrosos recortes de la prensa local de la época, motivados por algún 'escándalo' que levantaba la ira de aquella puritana sociedad, en la que la doble moral estaba a la orden del día, así como algún documento privado singular. El más llamativo, una carta que Ignacio Wallis dirigió en 1881 a Consuelo Tur Palau (su futura esposa), guardada en el secreter de un mueble de época, que apareció por casualidad cuando Luis Llobet mandó restaurarlo en 1990, más de un siglo después.