Al acabar la ceremonia no faltó la tradicional foto de familia de todos los premiados con los que recibieron la Medalla y el presidente del Govern, Francesc Antich. Foto: JAUME MOREY

ALICIA MATEOS

Eran las ocho en punto de la tarde cuando comenzó a sonar la música de los Ministrils en el salón gótico del Palau de la Almudaina. Los galardonados con el Premio Ramon Llull, con las medallas de Oro y las autoridades fueron entrando en comitiva.

La emoción se palpaba, especialmente entre los galardonados con el premio y entre sus familiares, que escuchaban sus nombres y los motivos por los que habían sido designados para recibir esta prestigiosa distinción.

El president del Govern, Francesc Antich, fue el encargado de entregar a cada uno de los galardonados con los premios Ramon Llull, o a las personas que acudieron en su representación, una reproducción en plata de una xilografía de la colección de Xilografías Mallorquinas de la imprenta Guasp. Una de las entregas más emotivas fue la realizada a la periodista Maria Lluïsa Suau, que recibió un caluroso aplauso, y con la que el Jefe del Ejecutivo autonómico se mostró muy cariñoso y atento.

Entre los premiados de este año había cuatro a título póstumo: Antoni Obrador, Ferran Pujalte, Toni Roig y Miquel Àngel Riera. Tampoco puedieron estar presentes María de los Llanos Lozano y en su lugar acudió su hijo Rafael García; Rudy que envió a su amigo Pedro Comas Jaume; Concha Buika, por la que fue su madre Honorina Buika; y José Antonio Fortuny, por quien lo recogió la presidenta del Consell de Menorca, Joana Barceló. Uno de los galordonados con el Premio Ramon Llull, Guillem López Casasnovas, fue el encargado de dirigir unas palabras a los asistentes en representación del resto. Con un discurso cercano y directo, destacó la figura de Ramon Llull y recordó lo ensombrecida y olvidada que ha estado durante muchos años. «Yo soy de una generación que nunca sintió en la escuela el nombre del maestro Llull», sentenció. Los tiempos han cambiado y «el Govern nos reúne para recibir el premio que lleva su nombre». En este sentido, destacó la importancia de Ramon LLull y manifestó que «la justicia procura la paz y las injurias mueven la guerra». También aprovechó su intervención para pedir a los baleares valor para defender la cultura y la solidaridad y para «luchar contra el fariseísmo del doble lenguaje». Además, reclamó un compromiso claro con la defensa y la conservación del patrimonio y el paisaje de las islas.

López, en nombre de todos los galordonados, también tuvo unas palabras para los ciudadanos anónimos. «No debería ser un mérito hacer las cosas bien, seguro que todos conocemos a muchos que desde el anonimato hacen lo mismo. Nos hace mala conciencia ser nosotros los distinguidos», aseguró. «Gracias, muchísimas gracias», fueron las palabras con las que cerró su discurso. El president del Govern también quiso comenzar su discurso agradeciendo su trabajo a todos los premiados y los puso como ejemplo de la sociedad balear.

También Robert Graves, Rafa Nadal, ARCA y la Fundació Patronat Obrer de Sant Josep fueron condecorados ayer en el Palau de la Almudaina con la máxima distinción que ofrece el Govern balear, la medalla de Oro, merecedora, según recordó Antich, de unas trayectorias vitales intachables y llenas de éxitos.