La actriz Maribel Verdú recogió ayer muy emocionada el galardón a la mejor interpretación por su actuación en 'Siete mesas de billar francés'.

HÉCTOR LLANOS x MADRID

De forma completamente inesperada, La soledad, de Jaime Rosales, se ha convertido en la gran ganadora de la XXII edición de los premios Goya al lograr los dos premios principales, mejor película y dirección, e imponerse a las dos favoritas, El orfanato y Las trece rosas. Tan sólo ha logrado tres galardones, pero el riesgo narrativo de Jaime Rosales en su segunda película independiente y con un escaso éxito de público, ha convencido a los miembros de la Academia para ensalzar a La soledad como la cinta del año.

El orfanato, de Juan Antonio Bayona, se impuso anoche en número de candidaturas, con siete galardones, mientras que Emilio Martínez Lázaro, con Las trece rosas, fue el gran derrotado de la noche con tan solo cuatro victorias de entre las catorce candidaturas a las que optaba.

Rosales subió dos veces al escenario para abanderar «un tipo de cine que, desde la radicalidad del lenguaje, busca conectar con el público» y recordar a algunos de esos cineastas, como Iván Zulueta o Joaquín Jordá.

José Corbacho inició esta ceremonia de nuevo marcada por el humor vestido como el misterioso niño de El orfanato, aunque con complementos que recordaban al resto de cintas candidatas y unos primeros premios técnicos que han anunciado el claro dominio del debut cinematográfico de Juan Antonio Bayona, con siete galardones, entre ellos mejor guión original, aunque no haya vencido en las categorías principales.