Sólo cuando se vació la ex sala de plenos del Ayuntamiento de Eivissa, por pasar a Can Botino, se ha podido admirar como es debido la belleza de las pinturas de su bóveda y de los dos lunetos, «realizadas con la técnica del mezzo-freso, lo que indica que la base de mortero no estaba del todo fresca cuando se procedió a pintar», como apunta la directora del Museu d'Art Contemporani de Eivissa (MACE), en el amplio estudio que ha realizado sobre el interesante trabajo artístico de la que fuera Sala Capitular (o Refectorio, según algunas fuentes) del convento de Sant Vicente Ferrer y San Jaime de la Orden de Predicadores, o -más conocido- de los Dominicos.
Las pinturas fueron realizadas con sólo dos colores, el blanco y el negro, propio de la iconología dominica. «Según sabemos por el libro del dominico Vicent Ferrer i Canals, la bóveda ya estaba pintada antes de 1764, por lo que a falta de otras fuentes documentales no podemos aventurarnos a decir otra cosa sino que son del siglo XVIII. Y bastante próximas a la mitad de siglo, por una razón: la descripción que hace de ellas el monje Vicent Ferrer no nos dice que estén deterioradas por la explosión del Polvorín de Santa Llúcia (el conocido Any des Tro), que ocurrió en 1730 y que sabemos causó importantes desperfectos tanto en la iglesia como en el convento», explica en su estudio Elena Ruiz.
La bóveda es de medio cañón, se decora con roleos vegetales. La decoración sigue un desarrollo simétrico en torno a un eje longitudinal, «que hoy se ha perdido prácticamente; y es una lástima, porque en él se dibujan tres círculos laureados en los que se inscriben de medio cuerpo y en orden de norte a sur: San Vicente Ferrer, Santo Tomás de Aquino y San Raimundo de Peñafort, los tres de hábito talar». Información obtenida por el apuntado libro de Vicent Ferrer y por análisis iconográfico: «ya que sabemos que la imagen de San Vicente Ferrer (Valencia 1350-1419), Patrón de la ciudad de Eivissa, va acompañada de una filacteria en la que se puede leer: Time te deum et date illi honorem quia venit hora judicii eius (temed al señor y dadle honor, pues se acerca la hora del Juicio)».
En cuanto a la interpretación de las pinturas, «aventurándonos a interpretar el ciclo de la bóveda, podemos decir que la decoración vegetal es una alegoría del 'Rosario', otorgado por la Virgen a Santo Domingo. Las aves podrían ser encarnaciones simbólicas de la herejía herética pravitas, contra la que Santo Domingo luchó y predicó» (...) «La presencia de los tres tondos con tres de los santos importantes dentro del santoral dominico nos indica el papel vertebral de estos en la historia de la Orden. Situados entre el 'Rosario', los deja como valores ejemplares frente a la lucha contra la herejía».
El tema de la pintura en el luneto sur describe la iconografía de la Virgen de Misericordia, «y tiene la función de otorgar un lugar preferente a la Orden de Predicadores, ya que la apropiación de tal iconografía por parte de la Orden trata de destacar a sus miembros ante la estimación de la Virgen y justificar así la gracia de haber recibido de ella el Rosario. Esta preponderancia llenaría de orgullo a sus miembros, pero además serviría de estímulo para ganar nuevas vocaciones» (...) «Por otra parte, la pintura tiene un papel didáctico, de ser tal lugar la Sala Capitular, ya que allí se celebraba el sacramento de la penitencia, y por tanto de recibir la absolución de los pecados», precisa Ruiz.
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