La sonada victoria de las Dixie Chicks en los premios Grammy de la madrugada del lunes pone fin a la polémica que este grupo de Texas levantó con sus críticas al presidente de EEUU, George W. Bush. «Creo que hoy la gente ha expresado por fin aquí su libertad de expresión con todos estos premios», afirmó una emocionada Natalie Maines al frente de este trío de tejanas y con un total de cinco galardones en las manos, incluidos los de mejor canción, álbum y grabación del año, gracias a su disco Taking the Long Way.
La emoción la puso el apoyo incondicional que expresó la Academia de Artes y Ciencias de la Grabación hacia unas intérpretes vilipendiadas en los últimos años por expresar desde el escenario su opinión política. «Estamos avergonzadas de que el presidente de Estados Unidos sea de Texas», dijo Maines en 2003 en un concierto en Londres. Sus comentarios levantaron una cadena de boicoteos y amenazas en Estados Unidos que dejaron a uno de los grupos más populares de la música country del país sin su público. No así sin admiradores, al menos dentro de la industria, a juzgar por las ovaciones que con cada premio pusieron en pie a los asistentes a la gala celebrada en el estadio Staples de Los Angeles.
Una victoria que parecía cantada desde que la cantautora contestataria más representativa de la década de los 60, Joan Baez, se encargó de presentar a las Dixie Chicks en el escenario. «Por primera vez en mi vida estoy sin habla», añadió Maines, con fama de charlatana y que dentro de su nerviosismo agradeció a sus compañeras de grupo que hubieran seguido con ella. «Os dije que nos veríamos en los Grammy», les dijo a Martie Maguire y Emily Robinson, mientras aprovechaba el micrófono para hacer burla de sus críticos con un gag típico de la serie The Simpsons.
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