EFE|SAN SEBASTIÀN

El director norteamericano Terry Gilliam, que presentó ayer en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián su último filme, «Tideland», dijo que con todas sus películas trata de «despertar el niño que el público lleva dentro». «Tideland», que no tuvo una acogida unánime entre la crítica por narrar una historia difícil y surrealista, narra la peripecia de una niña, hija de un matrimonio de «yonquis», que vive en una casa destartalada y que para huir de su miseria recurre a su imaginación.

En una conferencia de prensa tensa, en la que Gilliam llamó «estúpidos» a aquellos que no aguantaron su película «por no tener una mente despierta», el director de «Doce monos» comentó que siempre trata de «fomentar la soledad, el aislamiento del público, que se sientan sentados solos en un bosque». Confesó que su niñez fue bastante normal: «Vivía en el campo, detrás había un bosque, una ciénaga, más lejos un lago. Fue una niñez muy americana y no teníamos televisión, por lo que conocí el mundo de fuera a través de los libros de los Hermanos Grimm y de Hans Christian Andersen, y por la radio, con la que me veía obligado a construir los escenarios».

Gilliam admitió que no cree que sea la película más fácil de ver, pero, a su juicio, todo resulta más fácil «si eres un niño y vas con la mente abierta». El ex Monty Python considera que «la gente ha sido educada en general para que se les haga todo el trabajo y esas personas -a los que luego llamó «estúpidos»- es lógico que salgan de la película y además no deberían alentar a que otros vayan a verla».