La directora de cine Isabel Coixet (centro) con los actores de la obra que se representa el próximo domingo en Can Ventosa en la versión catalana.

El auditorio de Can Ventosa acogerá a las 21,00 horas del próximo domingo 21 la representación de «84, Charing Cross Road», de Helene Hanff, en la versión de James Roose-Evans, adaptada y dirigida por Isabel Coixet. Los actores Carme Elias y Josep Miquel son los protagonista de esta historia de dos almas solitarias unidas por la pasión por la lectura y por los libros, que primero fue una novela claramente autobiográfica, pasando en los años 70 a ser un éxito notable en el West End de Londres y más tarde una meritoria película con Anne Bancrof y Anthony Hopkins como protagonistas.

La música de la versión teatral en catalán que llega ahora a Eivissa es de Alfonso Vilallonga. El montaje cuenta con la colaboración especial de Mercedes Sampietro, quien pone en off su voz para el personaje de Maxine. Ya pueden adquirirse las localidades en el centro de Can Ventosa al precio de 20 euros.

«84, Charing Cross Road» está situada en Londres en los años posteriores a la segunda Guerra Mundial. Una lectora norteamericana descubre un pequeño anuncio de una librería de Londres especializada en libros de segudna mano; le contesta el empleado de la libre y de ese modo se inicia una correspondencia que durará 20 años en la que hablan de libros y libras, autores olvidados, harina, huevos, peniques, centavos, penas, alegráis, esperanzas, sueños... El entusiasmo vital de ella contrasta con la flema y corrección británica de él, lo que queda reflejado con un exquisito naturalismo en la novela que recoge la correspodencia entre las dos orillas del Atlántico, base de la obra.

Una novela singular que sedujo también a Isabel Coixet: «El poder de evocación de este texto es fascinante: a medida que avanza la obra, el peso de las palabras no dichas, de las cosas que ningunoi de ambos menciona, pero cuya ausencia se hace más y más presente en la obra, es un elemento que juega tierna y hábilmente con el espectador, llevándole más allá de los confines del Helene y de ese lóbrego y luminoso 84 Charing Cross Road donde consume sus días Frank Doel».