Carl Van der Voort (izquierda, detrás) y su hermano David junto a sus padres, en una visita que éstos les hicieron cuando vivían en Eivissa.

J. HERRANZ/T.C. ROGGEN

El pasado 23 de julio falleció en la ciudad norteamericana de New Haven, donde llevaba ya varios meses luchando contra el cáncer, Carl Van der Voort, un personaje clave en el desarrollo de las vanguardias artísticas de Eivissa, donde llegó a finales de los años 50 y en donde realizó numerosas actividades a favor de la causa del arte contemporáneo. «Carl adoraba la isla, aunque creo que el hechizo se rompió en los últimos años por la forma en la que había evolucionado en los 80 y 90. En cambio Formentera no le interesaba mucho. Con su ironía habitual solía decir que lo mejor de esa isla era la vista de Ibiza», aseguró desde Suiza (donde reside) David Van der Voort, uno de los tres hermanos de Carl.

Sus hijas, Erika (que vive en Eivissa) y Annely (que reside cerca de París, aunque desea volver a su isla; las dos son ibicencas) le recuerdan con cariño y cierta distancia. «Cuando estaba más tiempo en la isla nosotras éramos niñas. Le recuerdo cariñoso, era el tío Carl, el tío de América, la fiesta. Tenía una risa que te contagiaba; aunque también su carácter y su ironía; de eso nos dimos cuenta más tarde, claro» (Erika). «Era un hombre muy bueno y de gran corazón, aunque un poco secreto para sus cosas y con una personalidad que nunca sabías por donde pillarlo» (Annely).

La última vez que Erika le vio fue en la fiesta homenaje que le dedicaron en Eivissa en febrero del pasado año un grupo de amigos; mientras que Annely se despidió de él en París, cuando Carl Van der Voort venía entonces para su última visita a Eivissa. «Le vi muy cansado, le dolía todo y decía que estaba harto y que quería irse tranquilo. Creo que estaba preparando la despedida; hasta nos dio, y a muchos amigos de la isla también, un recopilatorio de su vida con fotos, textos, recuerdos y poemas», apuntó.

Según David Van der Voort, la relación de Carl con el arte fue muy especial. «No era un artista sino un patrón de las artes. Dedicó su vida a desarrollar el ámbito cultural de Ibiza. Invitaba a muchos artistas a la isla y llevaba a muchos artistas locales fuera. Creía que el arte no debía ser interpretado y tenía un ojo infalible como crítico, gracias a lo cual logró su gran reputación. Montaba exposiciones que viajaban por todo el mundo, y la actividad de su galería ibicenca era una forma de comunidad. Su verdadero trabajo era llevar el arte de la isla a galerías de todo el mundo, San Francisco, Nueva York, París, Amsterdam... Por desgracia, la isla ha perdido estas iniciativa», afirmó.

Carl Van der Voort llegó a Eivissa acompañado de su gran amigo y compañero, el pintor Don Kunkel, bastante enfermo desde hace algún tiempo, aunque David se mostró esperanzado respecto a su salud. «Don está ahora mucho mejor, después de pasar una época realmente mala. Incluso ha vuelto a pintar. Una de las razones por las que quiero visitar Ibiza es para recoger los trabajos que dejó en la isla. Creo que es importante que recupere toda su obra. Don y Carl formaban un gran equipo, y mucho de lo que hacía Carl era gracias a la aprobación artística de Don».