EFE|BARCELONA

Piezas arqueológicas de hace 15.000 años, pinturas de Ribera, Toulouse-Lautrec, Klee, De Chirico, Picasso o Miró y terracotas de Benin, China o Nigeria se exhiben desde ayer en el Museo de Historia de la Ciudad en la exposición del Fórum 2004 «La condición humana», que explora la imagen propia que el ser humano ha ofrecido a lo largo de la Historia. Cerca de 200 obras de arte de diferentes culturas y períodos históricos articulan el discurso de «La condición humana», única exposición propia del Fórum que se exhibe fuera del recinto y que parte del antropomorfo llamado «Hechicero» de la gruta de la Marche (Francia), de hace 15.000 años.

En el recorrido expositivo el visitante puede descubrir a partir de hoy algunas obras destacadas como una cabeza Yoruba de Nigeria (siglos XII-XV); una máscara de piedra de Horvat Duma del VII milenio aC., que es la máscara más antigua del mundo; la joven del azafrán del Egipto cristiano (siglo I); una cabeza de Buda de Afganistán (siglos III-IV); «Angelus Novus», de Paul Klee; «Carlos II con armadura», de Juan Carreño de Miranda; «Héctor y Andrómaque», de De Chirico, o «Niño en la cama», de Picasso.

El comisario de la muestra, Pedro Azara, comentó ayer que «no pretendemos adoctrinar sobre lo que ha sido la historia del arte, ni sentar cátedra, sino que el objetivo es reflexionar sobre lo que tenemos en común los seres humanos de todas las culturas, no sólo la europea». El recorrido expositivo se ha dividido en cuatro bloques temáticos que se complementan, pero que se pueden visitar independientemente: la naturaleza, lo sobrenatural, el hombre como centro del mundo y la vida artificial. El ámbito de la naturaleza, ha indicado Azara, muestra el despliegue de la representación del ser humano en el contexto natural, ilustrado con imágenes híbridas de hombres y animales, En la sección «Lo sobrenatural» se despliegan imágenes como dioses, ídolos y figuras ancestrales. «La vida artificial», que cierra la exposición, incluye imágenes de seres creados por el ser humano, que, como ha repuesto el propio comisario, evoca, aunque sólo sea como un apunte, «la vieja aspiración de la humanidad de convertirse en creadores de vida, a imitación de los propios dioses».