La Seu de Palma acogió ayer una misa de Pascua diferente a la de años anteriores. Por varios motivos, además de la presencia de los miembros de la Casa Real española, con don Juan Carlos y doña Sofía a la cabeza. Un mes después del trágico 11-M, el oficiante, el obispo Murgui, nuevo en la plaza, recordó en el sermón a las víctimas y pidió por ellas.

No era fácil entrar en el templo catedralicio. Primero porque en la puerta los servicios de seguridad de la Casa Real registraban bolsos e incluso cacheaban. Y segundo, por la Seu estaba rebosar de gente.

Tampoco fue igual a la de años anteriores porque los Duques de Palma y los de Lugo llevaron a misa a sus hijos, con excepción del pequeño Miguel, que se había quedado en Marivent. Pero sí estaban Felipe Froilán y Victoria Federica, y Juan Valentín y Pablo Nicolás, que aguantaron casi la hora que duró el oficio solemne con total compostura.

A la misa asistió Letizia Ortiz, futura reina de los españoles. Y a Letizia no se la ve todos los días en Palma, con su prometido, futuros cuñados, suegros y sobrinos, aunque el Viernes Santo fue vista saliendo de los cines Porto Pi con el príncipe y los pequeños, a poco de haber aterrizado en Palma tras haber volando desde Miami, donde regristraron sus maletas en el aeropuerto. Pero ahí, en el cine, la vieron solo unos pocos. No como ayer, que habían un par de miles de personas pendientes de su llegada, de sus movimientos, de su salida, además de las cámaras de televisión que captarían hermosas y entrañables imágenes, que a través de los distnitos telediarios mandarían a todos los puntos del país, asi como la flor y nata de la prensa nacional que rebotaría la noticia en todas partes. No era lo mismo, desde luego.

Pedro Prieto