«Si lo tuviera me daría con un canto en los dientes, claro, pero no
me quiero preocupar; estar nominado ya me parece estupendo». Así de
tranquilo se mostró ayer José Padilla por la nominación de su
último disco, «Navigator», para el Grammy Latino 2002. «Me han
dicho que la cosa está entre Chucho Valdés y yo, pero no sé quienes
son los otros tres nominados», añadió. La solución, el próximo 18
de septiembre en Los Angeles. «Iré una semana antes, porque, como
pasa con los Oscar, hay que peleárselos con promoción en los medios
y tal».
Creativamente hablando, Padilla apuntó que «estoy escribiendo
cosas, con el gusanillo de ponerme de nuevo en acción, pero no
estoy plasmando nada; digamos que estoy descansando y en proceso de
desintoxicación». Mientras, trabaja su faceta de pinchadiscos.
«Estoy trabajando mucho; acabo de volver de Japón, Rusia y
Hong-Kong. Siempre he sido un Dj de club; lo que pasa es que los
ingleses me pusieron el sello de Dj chill-out y ambient y me he
quedado con eso». «Hago sesiones de house, pero no comercial, sino
más underground, tribal y tal. Es que un Dj tiene que hacer de
todo, house, funky, ambient, lo que te echen», explicó.
Sobre las etiquetas de «padrino del chill-out» o «rey del
ambient», con el que le califican la crítica musical internacional,
José Padilla se lo toma «como un cumplido; pero intento tener en
los pies en el suelo para que no se me vaya la bola». «A todos nos
gusta que nos den coba, pero no hay que creérselo demasiado; por
eso me gusta volver a Eivissa y no perder el contacto con mis
raíces. De hecho, sigo siendo amigo de mis amigos y la persona que
siempre he sido y seguiré siendo».
La calma con la que se toma las cosas Padilla sólo se altera
cuando se le menciona el ya famoso pleito que sigue en los
tribunales contra los propietarios del Café del Mar, el emblemático
local de Sant Antoni que él puso de moda por las sesiones de música
tranquila que pinchaba desde 1991 para poner banda sonora a la
puesta del sol. El éxito que tuvieron en todo el mundo las
recopilaciones en disco, provocaron hace tres años la ruptura entre
Padilla y los dueños del local, que comenzaron a explotar el
negocio por su cuenta, registrando la marca, algo que él no hizo
«porque suponía que eran amigos».
Metidos en juicio, la Audiencia Provincial de Palma dio a
Padilla el derecho de uso de la marca «Café del Mar», pero los
responsables del local apelaron al Tribunal Supremo, que en breve
decidirá si acepta el caso, algo que "según Padilla" «prospera en
un porcentaje muy pequeño. Si no lo acepta, significaría que la
marca vendría automáticamente a mí, se cerraría definitivamente el
pleito a mi favor», concluyó.
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