«Brscine, vaixell a la badia», una de las forografías de Marija Braut.

Las ruinas que deja tras de sí una guerra, fotografiadas en localidades croatas por la fotógrafa Marija Braut, enmudecen frente al espectador desde su sobrio blanco y negro, destilando una silenciosa rabia contenida, una desesperación que pone de manifiesto el sinsentido de la barbarie. Junto a estas instantáneas, otras, con hermosos paisajes retratados en color, revelan la calma y la exaltación que produce la belleza en el observador. Estos son los dos contrapuntos de la exposición «El silenci de la guerra. La remor de la pau», último de los actos previstos para el ciclo de la «Primavera croata»,Organizada por la Fundació Balears 21, con la colaboración del Govern balear y de la embajada croata en España y que desde ayer puede contemplarse en el claustro del Ayuntamiento de Eivissa.

La muestra está compuesta por cerca de una treintena de imágenes en las que se alterna el horror de la guerra con paisajes naturales y podrá ser visitada en horario de mañana (de 10'00 a 14'00 horas) hasta el próximo día 12 de junio. Según los organizadores de esta exposición, «las obras escogidas de esta reconocida fotógrafa nos presentan dos visiones contrapuestas: por un lado, las heridas provocadas por el horror de la reciente guerra, y, por otra, la paz que emana del paisaje de los Balcanes», ofreciendo «una mirada sensible a la historia contemporánea».

Para Marija Braut, diseccionando la exposición en sus dos vertientes, la guerra puede representarse desde el dramatismo de una cruz en una maltrecha iglesia o de un cementerio semiderruido, hasta en un simple tronco quemado en un bosque. Desde la tranquila quietud de una barca en un lago de Brscine hasta el abandonado castillo de Sorkocesic. «Marija Braut -señala Stanko Spolijaric en el catálogo editado con motivo de la exposición-, según la técnica que emplea, presenta la estructura de las matas, las aguas, las piedras. Pero, ante todo, intenta crear el ambiente, lo dramático y lo lírico, consiguiéndolo, además, con los entornos, con la luz». Para Tuga Tarle, agregada cultural de Croacia en España, en esta serie de fotografías expuesta en Eivissa «el espectador casi siente la presencia física del mal, casi escucha el grito y el quejido de los heridos».