Representantes de diversos estamentos culturales y políticos de Eivissa, Balears y Cataluña se dieron cita ayer en la isla para rendir un último homenaje a Marià Villangómez y para reconocer su valía tanto en el mundo literario en habla catalana como en su vida personal. Así, el presidente del Govern balear, Francesc Antich, remarcó que «para nuestro país se trata de una gran pérdida. Siempre demostró un gran amor hacia nuestra cultura y nuestra lengua y todo esto tiene su lógica consecuencia en la evolución de nuestro pueblo».

El conseller de Cultura del Govern balear, Damià Pons recordó que su primera decisión como conseller en Eivissa fue la de visitar al poeta. «Quería que fuera un gesto institucional hacia su persona», explicó Pons, quien conoció a Villangómez en el año 1976. «Físicamente ha muerto -dijo- pero nos deja una gran obra que debe ser leída y reconocida». Igualmente, el máximo responsable cultural del Govern valoró la repercusión mediática provocada por el fallecimiento del poeta, la cual catalogó como «una demostración de su importancia que nos permite percibir que era un autor más importante de lo que muchos podía suponer». «Inventó una obra culta y moderna en las Pitiüses, en un papel similar al de Llull en el ámbito catalán», añadió.

Para Miquel Costa, responsable de Editorial Mediterrània-Eivissa, la pérdida que sufren las Pitiüses con la muerte de Villangómez es «irreparable», aunque también quiso recordar que «no había institución de Eivissa que no le hubiera reconocido sus méritos en vida». El arquitecto e investigador Joan Prats definió al poeta como «un ejemplo para todos, tanto en su trayectoria personal como en su obra, que sí que nos quedará para siempre».

«Marià Villangómez hizo una cosa que tuvo mucho mérito -señaló el también escritor y filólogo Bernat Joan-, que fue ofrecer un modelo de lengua depurado en una obra hecha por un artista, pero con un gran sentido de cómo enseñar a hablarla y escribirla a gente que no tenía esos conocimientos». «Tenía muchos registros y pasaba del lenguaje más elevado al más sencillo», declaró. Felip Cirer recordó los veinte años transcurridos desde que conoció a Villangómez, de quien dijo haber «aprendido mucho». «Para la literatura se trata de un personaje sobre el que habrá que volver para reconsiderar su valía».

Pepita Costa, antigua responsable de Cultura del Ayuntamiento de Eivissa, situó al poeta como «ejemplo de cómo se debe amar a nuestra tierra». «Haciendo lo que le gustaba -indicó- supo defender su tierra y su cultura». «No podemos decir que no esperásemos este desenlace -apuntó Isidor Marí, ex componente de UC y actual secretario de la Secció Filològica del Institut d'Estudis Catalans (IEC)-, pero incluso así, al producirse la muerte de Marià Villangómez es cuando vemos todo el vacío que deja». Un vacío, continuó, agravado por la pérdida hace pocos meses de Joan Marí Cardona. «Pasó de ser una persona ignorada a tener todos los reconocimientos, y todos merecidos. Debe quedarnos el referente de su obra, su vida y su entrega a un proyecto de país a través de la cultura y la lengua».

Joan Argenter, presidente de esta misma Secció Filològica del IEC, reconoció que, para los autores del área catalana, Villangómez «fue la puerta de entrada a Eivissa». La importancia de la literatura de Villangómez quedó igualmente reflejada en las palabras de Antoni Mir, presidente de la Obra Cultural Balear (OCB). «Tuvo en la isla de Eivissa el cosmos de su obra, demostrando que desde un país pequeño puede hacerse una obra universal». Llegado desde Barcelona, Lluís Jou, director general de Política Lingüística de la Generalitat de Catalunya, remarcó la opinión de Mir al afirmar que Villangómez «supo crear su obra desde la marginalidad territorial que supone vivir en una pequeña isla».