«La restauración de una obra de arte es siempre un asunto
conflictivo, porque se necesita tener muy claro el argumento por el
que hay que realizarla». Tal opinión la emitió ayer en el Museu
d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE) Konrad Laudenbacher,
conservador jefe de la Pinacoteca de Munich y máximo responsable de
la colección del museo, de las exposiciones temporales y de la
gestión de préstamos de obra a otros museos e instituciones. La
directora del museo ibicenco, Elena Ruiz Sastre, consideró « un
lujo» que Laudenbacher aceptase dar una conferencia sobre criterios
de conservación y restauración de obras de arte en una isla con la
que Laudenbacher hace tiempo tiene relación por razones familiares.
Quitar o no quitar un barniz a un Rembrandt, «lo que es bastante
difícil», puede ser uno de esos «argumentos» esgrimidos por el
conferenciante. En función de la categoría de la obra, los
criterios tendrán mayor o menor complejidad. «Si el asunto es muy
grande se hace un concurso entre profesionales, en el que
intervienen químicos, restauradores, científicos y los responsables
de la obra en cuestión. Por ejemplo, cuando se restauró 'Las
Meninas' se hizo un concurso internacional», explicó.
Aunque en principio pudiera parecer lo contrario, a la hora de
la conservación y la restauración es más delicado tratar con obras
contemporáneas que con las de siglos anteriores. «Para empezar, la
mayoría no tiene marco que la proteja. En su conservación hay que
mantenerlas en las mejores condiciones de temperatura, luz,
humedad... Hay que tener más cuidado con ellas que con un
Velázquez. No tienen barniz, muchas veces están pintadas al temple
o con todas las técnicas imaginables; por ejemplo, Tàpies, que usa
café, resinas, cualquier material que le apetezca», comentó Konrad
Laudenbacher.
Ante la pregunta de Ultima Hora Ibiza y
Formentera sobre cómo restaurar una obra que (como sucede con
Miquel Barceló) está hecha con material orgánico, el conservador de
la Pinacoteca de Munich afirmó que «en casos así la cosa es más
problemática. Hay que trabajar con los autores para saber qué
piensan sobre el futuro de sus obras, pues puede ser que la
posibilidad de que desaparezcan también forme parte del proceso
creativo». En este sentido, puso el ejemplo «de un conejo de
chocolate de Joseph Beuys. ¿Qué se hace si le da el sol y se
derrite: dejarlo así o cambiarlo por otro? ¿Y las polillas de las
alfombras que utilizaba en algunas de sus obras; hay que
eliminarlas o dejarlas que sigan su proceso orgánico natural?»,
preguntó.
En tales casos, la decisión final a la hora de restaurar una
obra de arte «depende de las pretensiones del autor al respecto, si
quiere que su obra muera rápido o que dure. Por eso la conservación
y restauración del arte contemporáneo es más complicada que la de
las clásicas, y cuanta más información se tenga de los autores
directamente, mayor garantía habrá de acertar», concluyó
Laudenbacher.
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