El cantautor granadino Carlos Cano, de 53 años, falleció ayer al
sufrir un «cuadro de muerte súbita», cuando había salvado las
mayores complicaciones médicas tras ser intervenido el 28 de
noviembre de una rotura severa de aorta. Aunque al cantautor se le
practicaron maniobras de reanudación cardio-pulmonar durante
noventa minutos, los médicos de la Unidad de Cuidados Intensivos
del Hospital Universitario San Cecilio de Granada no pudieron
conseguir «respuesta alguna» del paciente. Según informó a Efe el
equipo médico, Carlos Cano tuvo «una sensación de ahogo» previa a
la parada cardiorrespiratoria que le provocó la muerte.
Cano, que en mayo de 1995 sufrió otra disección de la aorta de
la que se recuperó tras ser intervenido en el hospital Monte Sinaí
de Nueva York, recayó hace tres semanas cuando se encontraba en el
interior de un avión que lo iba a trasladar de Granada a
Madrid.
Carlos Cano Fernández nació en Granada el 28 de enero de 1946.
Hijo de una familia humilde, a los 18 años, en París, se inició en
el mundo de la música, ayudado por Lluis Llach y Enrique Morente.
Por entonces emigra a Suiza, de allí a Alemania y más tarde a
Holanda, antes de regresar a España. En Barcelona, Carlos Cano
trabajó como albañil, «partiéndome el alma en el andamio», y es en
esta ciudad donde, a los 24 años, compone su primera canción,
«Miseria».
Más que cantautor, Carlos Cano se sentía juglar. Un juglar que
entendió la canción como una actitud crítica ante la vida, que
creyó en el panteísmo, en la sensualidad del pueblo andaluz y en la
utopía. Aunque durante un tiempo se le vinculó al Partido
Socialista de Andalucía, Carlos Cano no tenía «sentido de la
militancia política». «Tengo -dijo en cierta ocasión- cosas que son
anarquistas, otras más bien conservadoras, y algunas tienden a lo
progresista y lo revolucionario».
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