EFE - LOS ÀNGELES
George Scott, el actor de la voz irritante cuyo rostro y maneras serán, para siempre, las del general George Patton, falleció el pasado miércoles a los 71 años en su casa de Los Àngeles, sin que se sepan, por el momento, las causas exactas de su muerte.

Poco amigo de los moldes, de los premios y de los agasajos, Scott forma parte de la historia de los Oscar, ya que es uno de los pocos que se ha negado a recibir la estatuilla que le concedieron en 1970.

Candidato en cuatro ocasiones, la primera por «Anatomía de un Asesinato», en 1959, la Academia volvió a fijarse en su trabajo en «The Hustler» (El buscavidas) y lo nominó de nuevo en 1962. En esa ocasión, el carácter inadaptado de Scott saltó a la palestra y envió una carta a los santones de Hollywood con una especie de «gracias, pero no, gracias».

En 1970, tras una impresionante interpretación del general George Patton, la Academia volvió a hacerlo candidato, algo que ya habían hecho los críticos de Nueva York, quienes le concedieron el Globo de Oro.

Scott ganó el Oscar, pero no fue a recogerlo. La película obtuvo otros siete premios, pero el actor, lejos de las lentejuelas de Hollywood, se pasó la noche de los Oscar viendo un partido de hockey por televisión.

Su trabajo en «The Hospital» volvió a hacer que su nombre apareciera entre los candidatos al premio para mejor actor, pero, para su alivio, tampoco ganó.

En su opinión, los premios eran un asunto sin sentido y aseguraba que hacía películas «por dinero» pero que se aburría enormemente interpretando. Sin embargo, necesitaba el teatro para vivir, para estar cuerdo, porque «uno no se puede subir al escenario sin estar fresco».