Los abogados de la madre defienden en todo momento que la mujer, bajo ningún concepto, fue consciente de que estaba arrojando un neonato a la basura. Es más, mientras que ella pensaba que era un aborto, su cuñado, que la acompañó con el coche, afirmó que era «un cuajo de sangre», de poco más de 140 gramos de peso. La acusada apunta que no tiene ningún sentido pedir ayuda a sus familiares para que la recogieran con la intención de acudir al hospital si su intención hubiera sido la de matar o deshacerse de la bebé.
Los abogados de Yolanda han presentado varias pruebas, entre ellas, que unos días antes de producirse el supuesto abandono del neonato ella acudió con un sangrado a su ginecólogo y fue enviada a casa. Tal y como informó este periódico en primicia, el pasado día 27 de diciembre, llegó al juzgado de Manacor un informe de un laboratorio de la Península donde recoge que el feto presentaba cierta vitalidad en el momento de la expulsión del seno materno. Por el contrario, la defensa sostiene que estos análisis no son concluyentes y que deberá ser la autopsia definitiva y no la preliminar la que dictamine las causas reales.
También consideran que las declaraciones de los investigadores diciendo que pensaban que la bebé estaba viva en el momento de ser depositada en el contenedor no son apropiadas. «No hay ningún estudio efectuado hasta la fecha que revele ni la causa ni el momento del fallecimiento del feto», añaden. Uno de los puntos destacados de la defensa es que los médicos que asistieron al neonato en el Hospital de Llevant, tanto la responsable de la UME como el responsable del servicio de pediatría, negaron en sus respectivas declaraciones que el feto tuviera posibilidades de vivir. «Los dos doctores coinciden en la inviabilidad del neonato, ni siquiera si hubiera llegado a un hospital preparado para atender a críticos. Coinciden en el escaso peso que presentó (entre 140 y 200 gramos, según los respectivos informes). En todo caso, el tamaño era incompatible con la vida», consta en la declaración judicial de los facultativos.
De hecho, los primeros médicos que lo atendieron también afirman que «no pueden determinar si nació o no con vida. No ven posible que presentara signos de vitalidad tales como moverse o llorar». Para finalizar, los médicos realizan también una afirmación en relación a la carencia de medios del hospital de la zona para atender estos casos, lo que pone de manifiesto que, «independientemente de que existiera un hospital a 400 metros de los hechos, nada se hubiera podido hacer por salvar la vida del neonato, aunque éste hubiera nacido con vida», concluyen los expertos.
Yolanda, la madre de la bebé se encuentra ingresada en la cárcel de Palma desde que fue detenida por agentes de la Policía Judicial de Manacor. Su situación en prisión es muy dura porque está siendo acusada de algo que nunca ha cometido.