Turistas en comiendo en la terraza de un bar de Maó. | David Arquimbau Sintes

Visitas y facturación turística de este año en Baleares van camino del récord absoluto, aunque el juego de equilibrios en la distribución del gasto ha experimentado una alteración en favor de transporte y alojamiento: son las partidas que más han incrementado sus ingresos en temporada alta y acaparan ya la mayor parte del gasto de los turistas.

Se trata de una tendencia claramente percibida este verano por la oferta complementaria, la cual, aunque reconoce que los resultados serán positivos, lamenta que la alegría en el consumo no ha sido la misma que en años anteriores. Manutención aparte, transporte y alojamiento son los dos dispendios imprescindibles en un viaje de vacaciones. Y en un contexto de encarecimiento generalizado favorecido por la inflación y el incremento de las llegadas, el turista ha tendido a contener el consumo en el resto de apartados de su viaje, lo que incluye además un recorte de la estancia media: apenas alcanza los seis días en el acumulado anual cuando dos años atrás superaba la semana.

«Toda la cadena de valor turístico se ha visto obligada a repercutir precios, y lógicamente eso ha influido en la estancia media de los viajeros que visitan las Islas», señalan desde la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM).

Según los datos del Institut d'Estadística de les Illes Balears (Ibestat), el gasto turístico en alojamiento y transporte ha sido el que ha registrado un incremento más pronunciado con respecto a julio de 2019, superior al 50 %. Mientras, el gasto en manutención (+23 %), actividades (+13 %) y resto del gasto (+12 %) también han subido, pero a un ritmo mucho menor. Además, el precio de los billetes de avión se ha disparado en solo un año: los vuelos desde Baleares se han encarecido hasta un 30 %.

Tanto es así que mientras que transporte y alojamiento constituían un 43 % de los ingresos en 2019, el pasado julio concentraron la mayor parte de los ingresos del sector al alcanzar el 51 % de los mismos.
«Los turistas han venido con el freno de mano puesto», explica Antoni Gayà, presidente de la patronal del comercio Afedeco. Reconoce, además, que «agosto no ha sido un buen mes», ya que «la bajada en ventas se ha notado muchísimo».

Desde el sector de la restauración, sus portavoces patronales, Alfonso Robledo (CAEB) y César Amable (PIMEM) coinciden en que las ganas de gastar no han sido las mismas que el año pasado. «Este año la gente ha gastado menos», señala Amable para añadir que «estamos haciendo demasiado estacional la isla y la temporada alta es muy cara». Robledo hace hincapié en el hecho de que «se gastó mucho en 2022 porque salíamos de la COVID». Ahora, en cambio, «la inflación está afectando a todo el mundo: los vuelos, por ejemplo, han subido una barbaridad».

Por parte de la Asociación Patronal de Empresarios de Actividades Marítimas (APEAM), el presidente de la Comisión de Chárter Náutico, José María Jiménez, señala que «ha bajado notablemente» el número de clientes que alquilaban embarcaciones de recreo por dos o tres semanas, por lo que las reservas se han reducido «a una única semana».

Pedro Fiol, presidente de la Asociación de Agencias de Viajes de Baleares (AVIBA), señala que con el recorte en la estancia media «hay más rotación de turistas», los cuales tratan de contener el gasto «porque sus vacaciones son cada vez más caras». Algo que «está perjudicando a la oferta complementaria». La progresiva reducción de la estancia media está perfilando un perfil diferente de visitante que Fiol define como «turista exprés», el cual además, va a ir tratando de contener más el consumo en el resto de la oferta. «Lo que preocupa es la temporada de 2024», señala para recalcar que «hemos de intentar que la inflación no pese tanto con una oferta atractiva».